Quiero hacer rafting, que me dejen romper a placer una tienda de vajillas o lámparas (o ambas), saltar en cada charco cuando llueva sin importarme el catarro del día después, viajar, vivir otros lugares (lo más parecido a vivir otras vidas que conozco), abrazar un árbol, cantar y bailar en la calle, bañarme desnuda en el mar, visitar cuevas, visitar vidas, ver musicales, subirme encima de una mesa en un restaurante y gritar que la comida está envenenada, subirme a un autobús y señalar a los pasajeros las salidas de emergencia así como el lugar de sus chalecos salvavidas, sorprender a la gente en la calle, ir a un concierto de rock, tirarme panza abajo por una cuesta, algo de teatro conmigo en el escenario y conmigo en la butaca, quiero mirar el buzón y reirme, quiero que no importe comer chocolate. Quiero volar en helicóptero, cantar una canción, formar parte de un grupo aunque sólo sea unas horas. Vivir del doblaje, y de escribir, incluso de escribir en el doblaje. Quiero seguir viviendo hasta morir. Enamorarme del amor. Sopa de cocido, y migas con huevo. Quiero reirme mucho, reirme más, reirme más fuerte. Vivir del cuento, pero de contarlo de verdad. Dejar de temer un micrófono así como un espejo. Tirarme por una ladera rodando descontroladamente hasta encontrarme incluso mal. Quiero pensar en diferido, aunque sólo sea una jugada. Calarme con la lluvia y entrar después a la ducha. Zumo de naranja recién exprimido y compartirlo sin miedo. Abrir los ojos ante alguien que no tema mi temer. Quiero hacer historia con mi vida; mi pequeña historia.