miércoles, 23 de diciembre de 2015

CÓCTEL de ANSIEDAD con SALTEADO de PÁNICO

Ingredintes para 1 vida:
Atasco. Carga. Presión. Imposibilidad. Limitación. Duda. Temblor. Miedo. Culpa. Negación. Soledad. Causa. Efecto. Afecto. Defecto. Inquina. Colapso. Impaciencia. Desamor. Decepción. Enfado

Modo de Preparación:
Coger severos momentos de duda, miedo y temblor. Negarlos a fuego lento durante al menos 4 años. Quitar del fuego y aderezar con culpa cada defecto. Volver a poner al fuego, a poder ser en la más absoluta soledad, 3 años más. Tapar y dejar reposar con el fuego apagado entre 18 y 24 años.
Por otro lado, cortar en cachos muy pequeños la seguridad hasta hacerla añicos y mezclarla con la desconfianza. Batir impaciencia y decepción. Mezclar y añadir nuevamente culpa y negación. A falta de negación, podría usarse apariencia social como aderezo.
Tomar el contenido del primer recipiente y mezclarlo con la salsa. IMPORTANTE, dejar reposar SIN dejar de batir. Tapar la mezcla con apariencia y teatralidad y meter al horno. Dejar en el horno a gusto del consumidor. Cuanto más tiempo, mayor colapso, inquina e imposibildad de vivir. La opción extrema es esperar a que el horno explote( suele ser también la más usada)
Una vez sacado del horno, olvidarnos de la causa de la explosión y servir en pequeños platos de enfado, desamor y desconfianza durante al menos un tiempo de negación y borrachera de autosuficiencia y orgullo. Echar pepitas de pánico por encima.

Prestar especial atención a las fases de negación y teatralidad, así como a los aderezos de culpa y falta de confirmación.

Lo más recomendable, no obstante, es y será, pasado un tiempo razonable, vomitar.

Buen provecho.

martes, 22 de diciembre de 2015

CUENTOS MÍNIMOS II

- Aquella poesía era tan tuerta, que las rimas sólo se asomaban a su puerta

- ¡Qué envidia! Yo también quiero ser blanco - dijo el color rojo

- Había una vez un clip tan revolucionario que en vez de sujetar folios, sirvió para abrir taquillas

- Se sentía tan sola que gritó con todas sus fuerzas llena de angustia. Los que le querían, se quedaron sordos al encontrarse tan cerca

- El día que dejemos de intentar parecer felices pereceremos felices - dijeron las familias en navidades

-  Quiso dejar de desearla pero ya era tarde, ella estaba de nuevo en su cama

- ¡Tengo mucha sed! - insistió el cactus

- ¡Vaya, otra ventana cojonera! - pensó la mosca intentando salir fuera

- Su sueño era dar la vuelta al mundo. No le quedaba nada de dinero. Giró el mapa, y lo consiguió

- Era tan ingenua, que ella en vez de caerse del burro, se compraba otro

- Llegaba tarde una vez más, nunca conseguía llegar el primero. Aquel segundo odiaba su destino

- Aquellas navidades, el mundo entero apagó de golpe las luces de navidad. Se ahorraron tantas cosas...

- Supuestamente, yo no tendría que estar aquí - dijo la duda en plena certeza

- Dentro del cerebro no consigo ver nada - dijo el cirujano mientras operaba. Pues anda que fuera...- pensó la enfermera que lo amaba

- Se enamoró  sin entender una palabra. Ella se lo explicó todo con peros y pañales

- Era tan rebelde, que ella cuando confiaba, en vez de bajar la guardia, se la tiraba

- Era muy cabezona. A aquella nariz se le metió entre narina y narina estornudar, y lo hizo

- Aquél dictador llevaba la voz cantante. Lo que nadie entendía era a dónde




viernes, 18 de diciembre de 2015

CUENTOS MÍNIMOS

-  Temía morir deshidratado y bebió tanta agua, que se ahogó

- Estaba rodeada de príncipes que decían ser azules. Ella los veía negros. Por no discutir, se quedó con el azul más oscuro

- De cada seis latidos, uno estaba ausente. No sabía si era por falta de amor propio o tan solo porque él se los había robado 

- La ciudad estaba dormida. Cuando despertó, le habían robado sus calles. Nadie podía pasear

- Sonriente fue a votar. Cansada se acercó a la urna. Dudosa emitió su voto. Triste vio que el voto nulo seguía sin ayudarle a reivindicar nada

- Leyó durante toda la noche. Al despertar se dio cuenta de que había soñado. Aquél fue el primer día que voló

- Y cuando aquel fuego artificial explotó rabioso al no poder aguantar más, todos aplaudieron

- Fingió ser feliz tantas veces que al final la felicidad era fingirlo antes que serlo

- ¿Qué tal estás? preguntó ella. Mal, respondió él. Y ella echó a correr

- Tenía las articulaciones entumecidas, ¿sería artrosis? se preguntó. Aquella estatua pensaba demasiado...

- ¡Qué de mierda! dijo el delfín mientras entraba en casa

- Tomó la cebolla. La peló. La limpió. La troceó y la envasó. Al salir del trabajo, fue al supermercado y la compró. No tenía tiempo para andar cocinando.

- Sin duda alguna, la única duda que le quedaba era ese Sin

- El miraba fijamente el teléfono. Melancólico, triste. Ella no le llamaba. Enchúfame idiota - pensaba el teléfono

- A aquel barco invencible, se le empezó a mojar la carena. Dos minutos después se había hundido. El niño lloró. Era su primer barco de papel

- El día que dejemos de besar ranas nos regalaremos un princip-io

- Este cuento misterioso tiene dos finales. Uno es este. El otro...

- Se esforzó tanto en no parecer gilipollas, que lo consiguió. La gente le consideraba sólo imbécil

- ¿Y si apagan la luz? - se preguntó aquella neurona inmortal

- "No tengo nada más que decir" rezaba la nota de aquella botella mensajera que el náufrago echó resignado al mar

lunes, 14 de diciembre de 2015

HAY MIEDOS

Hay miedos que te roban el aire. Hay miedos terribles, los hay atroces y los hay que te hunden tan sólo con que los roces. Hay miedos superficiales, los hay profundos. Hay miedos disfrazados, los hay secretos y los hay que suponen infinitos retos. Hay miedos beneficiosos, los hay inútiles y los hay que parecen ociosos. Hay miedos absurdos, los hay sesudos. Hay miedos sorprendentes, los hay esperados y los hay que desaparecen por sorpresa. Hay miedos que quedan, los hay que laten. Hay miedos que riñen y los hay que debaten. Hay miedos que restan, los hay que suman y los hay que no saben ni en qué ecuación están. Hay miedos dignos, los hay desastrosos. Hay miedos entendibles, en casi todos los casos. Hay miedos fuertes, los hay enclenques. Hay miedos que gritan, los hay que silencian y los hay que tiritan. Hay miedos llenos de algo. Hay miedos vacíos de todo. Hay miedos llenos de todo, cuando estamos vacíos de algo. Hay miedos que tienen ilusión. Los hay que brotan tan sólo con pensarlos y los hay que desgarran con fuerza la pasión. Hay miedos idiotas y los hay muy idiotas. Hay miedos entendibles y los hay muy entendibles. Hay miedos hacia dentro, los hay hacia afuera. Hay miedos hacia arriba y los hay hacia abajo. Hay miedos que cambian y los hay que te cambian. Hay miedos sensatos, los hay locos y los hay que te hacen pasar verdaderos malos ratos. Hay miedos que crecen y los hay que desaparecen...  desaparecen...desaparecen...


miércoles, 18 de noviembre de 2015

TIRA Y AFLOJA

Tira y afloja. De la edad, de las ideas, del sentimiento. Tira y afloja. De la contradicción, de la experiencia, del epatamiento. Tira y afloja. De cada paso, de cada viento, de cada elemento. Tira del sentimiento, y afloja el resentimiento. Tira de la razón, y afloja el aplastamiento. Tira de lógica y afloja el impulso. Tira de impulso y afloja la lógica. Tira y afloja. Del temor, de la soledad, del acompañamiento. Tira y afloja. De la libertad, del compromiso, del establecimiento. Tira y afloja. De la duda, de la certeza y del descontento. Tira del miedo y afloja la fantasía. Tira de la calma y afloja el ahogamiento. Tira de alegría y afloja el desvanecimiento. Tira y afloja. Del dramatismo, de lo relevante, de lo pasajero. Tira y afloja. De la mortalidad, del narcisismo, del tiempo egocéntrico.
Tira de la vida y afloja la  idiotez. Tira de idiotez y afloja la vida.


lunes, 16 de noviembre de 2015

SINTETIZADOR DE IDEAS

- Calificar de demagogo todo aquello razonable pero que no coincide con tu opinión, es pura demagogia

- Todo lo que está mal, es susceptible de llegar a estar bien y viceversa sólo si eres realista (también llamado pesimista por muchos hiperoptimistas)

- No todo el mundo sabe todo, ¿sabes?

- No todos funcionamos igual a nivel moral ¿Estaremos todos equivocados o estaremos todos distintos?

- A veces uno se enfada tanto con uno mismo que se aisla porque no aguanta a la gente

- ¡Loco!, decían los cuerdos. ¡Cuerda!, decían los locos. ¡Laca! decían los cuerdos. ¡Lo conseguimos! decían los locos. ¡Vaya! decían todos.

- Tengo la extraña sensación de que las extrañas sensaciones  son sólo sensaciones pero para nada extrañas

- Después de jugar a ser omnipotentes, todos nos sentimos frustrados pero claro...como para dejar de ser omnipotente...

- Si todo el mundo pudiera todo, no habría gente no pudiendo

- Recordar a veces no es revivir si no reavivar

- Amar sin ton ni son debería tener más de con  y menos de sin

- Me recuerdo en desacuerdo y ahora que me acuerdo, menos mal que me mantuve cuerdo


MICRORRELATOS

- Y aquél niño se equivocó tantas veces que empezó a pensar que lo que había hecho era acertar

- Tenía tantas niñas dentro de ella, que a veces tenía que rebuscar para hablar con la adulta

- Aquél soldado tenía tantas veces razón, que en cuanto lo decía, la perdía

- Y aquél escritor era tan sensato, que empezó a importar más su voz que su escritura

- Y al sol, se le metió humo en los ojos por aquella bomba. Ahora le llaman lluvia

- ¡Demagogia!, gritaron los demagogos. Y los verdaderos demagogos se sintieron atacados y gritaron: ¡demagogia!

sábado, 14 de noviembre de 2015

COMO PARA ENTENDER ALGO

"Era un pozo oscuro como la muerte y profundo como el dolor. No sabía cómo había caído en él. No entendía nada. Ninguna explicación. Ningún aviso. Ninguna precaución. ¿Por qué habría de haberla tenido? Vivía bien. Amaba desde lo más bello que era capaz. Reía sin control cuando su impulso vital así se lo ordenaba. Era un chico feliz.
Volvió a mirar hacia arriba. Todo era negro. Sus pupilas trataban desesperadamente de adaptarse a la nueva situación. Imposible dejar de mirar. Imposible conseguir ver. Porque no tenía sentido aquello. Trató inútilmente de trepar por las paredes. Lo intentó durante una angustiosa hora, pero nada, siempre resbalaba. Oía gritos, pero no sabía dónde. De alguna manera sabía que aquél lugar no tenía salida, pero no podía parar de desearla. Algo pesado rozó su brazo y le pareció sentir que golpeaba el suelo. ¡Maldito terror! ¿porqué tratas de inundar mi vida? gritó. Sólo obtuvo eco. Un eco que parecía responder con sorna. Un eco más allá del vacío de entendimiento de ese momento en ese lugar."

Hay quien ríe con el dolor. Hay quien muere por quien se ha reído y hay quien ha sido abatido por una puta risa oscura como la muerte y profunda como el dolor. Hay quien lo sufre diariamente. Hay quien huye muriendo por huir de morir agonizando en el terror...Pero lo importante? Nosotros señores. Nuestro gigante mínimo porcentaje de bajas (que por supuesto importan) frente a la insignificante masacre diaria (no nuestra). Como para entender algo.Ni terror, ni manipulación, ni miedo disfrazado de empatía simbólica. Paz y amor decían unos locos...será que hay mucho  cuerdo!


lunes, 9 de noviembre de 2015

A VECES TANTAS VECES...

A veces, suena Ennio Morricone y las hojas de los árboles parece que te bailan. Luego, una estúpida idea dolorosa me roba ese momento y me dice que tan sólo ha sido el viento. Otras veces, miro a Munch colgado en la pared y a su puzzle no le falta ninguna pieza. Luego, un estúpido enfoque certero me roba esa ilusión y me hace ver que el puzzle sigue incompleto. A veces oigo el nombre de Leonardo Da Vinci y parece que un susurro me invita a terminar aquél juego atascado. Luego, la estúpida certeza me recuerda que no lo tengo ni siquiera instalado en el ordenador, robándome la posibilidad de terminarlo. A veces veo La hora chanante,  y oigo a Juana de arco en un gran ataque de risa y parece que te ríes con ella. Luego,una estúpida conciencia de mi propia risa, me roba ese momento y me doy cuenta de que estoy sola ante la pantalla. A veces, veo unas tijeras colgadas en la pared, y estoy segura de que el guionista de alguna película te preguntó por el atrezzo de la misma. Luego, una estúpida idea de la nada, me roba ese momento y me dice que tan solo es coincidencia. A veces, paseo por miramón y una piedra golpea mi cabeza y sonrío, desde dónde la habrá tirado, me digo. Luego, levanto la vista y una estúpida estampa despejada me roba el volverte a ver y me deja de nuevo paseando sola. Pero ¿sabes? El tiempo entre cada "A veces" y la estúpida invasión de mi estupidez es, sin lugar a dudas, el lugar más bello en el que consigo vivirte. Y si te vivo, es que aún estás. La estupidez me trae el dolor de tu ausencia, el "A veces" lo cotidiano de tu presencia.

Tq.

J8

domingo, 1 de noviembre de 2015

FRÍO

Siento frío. De manera repentina. Mis brazos parecen querer partirse en mil pedazos. Sé que tengo que tener piernas, pero no las siento. El frío es tremendamente intenso. Pequeñas gotas acarician mi rostro. Parece que lloro, pero no me siento triste. De hecho, me resulta imposible explicar cómo me siento. Creo, sinceramente, que ahora mismo no sé nada. Sólo sé frío. Nada más que frío. Mis ojos están cerrados. Recuerdo mi nombre. Sonia. De pronto se me antoja extraño saber que tengo un nombre y no poder utilizarlo. No sé cómo me siento. Quizás extrañada, será eso. Trato de mover los dedos de la mano. Mi esfuerzo es sobrehumano y sin embargo no lo consigo. O eso creo. Sueño. Quizás es eso. Quizás estoy soñando. Pero tengo frío. ¿Me habré destapado durante la noche? Me parece percibir un susurro. No entiendo lo que dicen. Sé que no estoy dormida. Chillo, tratando de pedirle al susurro que se acerque. Grito con todas mi fuerzas y siento cómo se quiebra mi vientre, pero mi boca no se ha movido. Maldita sea, tengo mucho frío y no entiendo qué está pasando. Empieza a no gustarme esta sensación. Recuerdo mi nombre. Sé que estuve enferma, pero no alcanzo a recordar muchas más cosas. Tengo que moverme. Creo que eso es lo que pide el susurro. Mi cuello, está rígido. Quiero moverlo. Quiero girarlo. Deseo abrir los ojos. Lo intento, pero duele. Tiemblo. Será por el frío aunque en parte, creo que es por el miedo que comienzo a sentir. Qué curioso el miedo. Ahora mismo no sé cómo usarlo. Recuerdo la cara de Alex. Qué hermoso es. Recuerdo que le quiero muchísimo. Siento su caricia en el hospital, como si estuviera ocurriendo en ese mismo instante. De pronto siento algo más de calor. Comienzo a sentir las piernas y trato de mover los pies. Aún me resulta muy difícil. Oigo con más claridad las voces. Son de dos hombres y una mujer. Ninguna de ellas me resulta conocida. Dicen mi nombre. Dicen que parece que no respiro, pero sé que lo estoy haciendo. Tiro con fuerza de todo mi cuerpo. Necesito moverme, necesito abrir los ojos y ver qué está ocurriendo. ¿Por qué no puedo? ¿Qué ha ocurrido? Estaba en el hospital con Alex. ¿Por qué no oigo su voz? Frío. Siento frío y miedo. Me siento dividida. Eso es. Extraña y dividida. Sé quién soy pero no entiendo el instante en el que me encuentro. Yo adoro la vida. No sé qué ha podido ocurrir. ¿Dónde estará Alex? Mis años con él han sido deliciosos, eso lo sé. Me salvó del hecho de no querer salvada. Y ahora es extraño. ¿Qué es la salvación? Quizás sólo una manera más de ser feliz. Quizás un gran y pesado muro de piedra. Quizás la salvación no existe y pasamos la vida huyendo o buscando una quimera. Consigo separar los labios. Las voces se sobresaltan. Lo han visto. ¡Lo han visto! Me he movido, estoy segura. Sigo sintiendo frío. Ellos me dicen que debo sentirlo, que es normal. Que no me preocupe. Pero ¿cómo hacer caso y no preocuparme cuando ya estoy preocupada? Menuda invasión. Es más, menuda agresión. Permanezco preocupada. Como para no estarlo. Centro todas mis fuerzas en abrir los ojos y enfocar. La imagen es terriblemente borrosa. Las paredes parecen azules. Distingo tres siluetas. Parecen llevar unas batas blancas. Eso es, me dicen. Sigue así, me animan. Serán doctores. No recuerdo que estuvieran ahí cuando cerré los ojos. Estaba Alex, seguro. Sonia, estás despertando de nuevo no te asustes, me dicen. ¿Pero qué demonios es esto? Muevo la cabeza a un lado y al otro. Me siento sobresaltada. No reconozco sus caras. Ni la habitación. Nunca antes había estado aquí. Frío. Intenso, profundo, emocional. Muchísimo frío. ¿Qué ha pasado?, consigo balbucear. Recuerdo que no quería morir. Recuerdo que mi enfermedad no tenía cura. Sonia, me dicen, acabamos de encontrar una cura para tu enfermedad, han pasado 157 años.¿Dónde está Alex? pregunto. ¿Quién es Alex? me responden. Frío. Terrible. Muchísimo frío. Maldita eternidad, ¿por qué me empeñaría en alejarme de ti? Ahora lo recuerdo todo. Qué frío. Qué escalofrío.

miércoles, 28 de octubre de 2015

ROTO

Roto. En trozos diminutos. En incontables fragmentos. Desde los más profundo. Desde lo más insensato del romperse y del ser. Roto de angustia. Roto de apariencia. Quieren ser queridos. Mueren por serlo. Matan por serlo. Se venden por conseguirlo. Roto en estructura. Roto y con la piel dura. Roto y deshonesto. Roto y con el malestar de manifiesto. Roto pidiendo masticar o peor, roto pidiendo ser masticado. Roto pidiendo ser salvado mientras fingen no querer serlo. Camaleónicamente roto. Intoxicadamente roto. Roto desde el malestar primario que obliga a inyectar culpa para tratar de obtener una mirada. Mirada subyugada. Manipulación de manifiesto pero todo, desde el punto de fingir independencia y fortaleza. Aleteando excesos como si fueran una proeza. Fingiendo vida y conocimiento como si ello fuera posible. Nadie sabe más que el que se sabe gilipollas y se deja de trajes. Roto y con pérdida de anclajes. Qué pena de rotura. Qué pena de hartura. Qué engaño más eterno. Qué reflexión más improductiva, la empleada y realizada sólo para mantener el teatro pero sin cambios en la estructura del que reflexiona. Qué rotura más eterna y desdichada. La del que se rompe para fingir arreglarse pero no se permite recomponerse y mantiene la misma fachada. Roto. Inútilmente roto. Proyectadamente roto. Cúrame tú, parece que ruegan. Y yo que sólo veo las inseguridades que ruedan. Roto, y culpa del otro. Roto y con la fuerza desviada. Menuda mamonada. Roto sin un descosido en el lugar correcto. Mejor tejer en otra parte. Mejor no ir directo. Que el roto duele y mejor que lo cosa otro. Que será malvado si no lo cose. Que será inhumano si  adquiere esa pose. Pero que será sano y fiel a él mismo si no acepta saltar ese potro. Roto. En trozos diminutos.

lunes, 12 de octubre de 2015

QUÉ SIMPLE

Qué simple resulta todo desde la distancia. Qué simple y sin importancia. Qué cuernos quemados que dejan de arder. Qué simple y sin nada que perder. Como cuando no hay carrera, ni por qué correr. Como cuando no hay drama, ni explicación que proveer. Qué simple resulta la calma cuando no lleva mentira. Que simple cuando se acaba con la ira. Qué simple poder alejarse. Qué simple hacerlo sin perecer. Sin un sólo minuto que actuar. Sin un idioma difícil de entender. Qué simple hablar para uno y rodearse de gente. Qué simple y puro para la mente. Qué simple y sano para el inconsciente. Como cuando te roban terreno y no consiguen pasar. Como cuando dices basta y te empiezas a honrar. Qué simple el desenfado. Qué simple la profundidad.  Qué simple y precioso el ego de lado. Qué simple el abrazo con la nimiedad. Como cuando un grano de arena no está en la playa. Como cuando algo dentro brilla y todo se pone a raya. Qué simple la ilusión de control. Qué simple y ágil encontrarse tan entregado. Qué simple. Qué simple es lo complicado tras ser pensado.

viernes, 18 de septiembre de 2015

AMOR

Amor. Del que tienes, del que añoras, del que te quejas, del que imploras. Amor de mierda. Amor bello. Amor que hace que uno se pierda. Amor plebeyo. Amor hasta hartarse. Amor hasta desquiciarse. Amor carente. Amor sin dos dedos de frente. Amor para tí. Amor para él. Amor para aquél. Amor y no sólo frenesí. Amor vacío. Amor ausente. Del que temes, del que buscas, del que no cejas, del que esperas. Amor de gente. Amor imitante. Amor complaciente. Amor que se aleja. Amor que se queja. Amor de pareja. Asqueante amor. Ulcerante amor. Terrorífico amor. Del que huyes, del que sueñas, del que dejas, del que te alejas. Amor inmenso. Amor propenso. Pensamiento de amor. Descarte de amor. Sumisión de amor. Amor de desamor. Desamor de amor. Vaciante, precioso, caótico, calmante, endiosante, chiribitoso, desquiciante, vacilante, fantaseante, asqueroso amor. Vaciante, precioso, caótico, calmante, endiosante, chiribitoso, desquiciante, vacilante, fantaseante, asqueroso desamor. Del que no te enteras, del que dueles, del que mueles, del que desesperas. Amor.

HONESTIDAD



No tiene sentido. Quizás no tenga que tenerlo. Ni lo tiene, ni se lo intuyo ni se lo huelo. Vivir tan cerca del miedo que la supervivencia te haga olvidarte de ti. Cagarte en todo hasta hartarte pero fingir estar bien. O quizás no fingir y sencillamente quejarte. Pero de todo. Como si la culpa fuera del mundo que te invade en lugar de ser tú quien invade el mundo desde un punto caotizado. La reflexión del miedo te dará la razón. Ellos son los culpables. Esas miradas. Esas frases. Esas invasiones. Ellos. Mucho más fuertes que destellos. Mucho menos fuertes de lo que crees. Sólo tienen la fuerza que les das. Quizás sea porque te viene mejor otorgarles poder para ocultar tu miedo a intentar vivir distinto y no poder. Neuróticos de mierda todos. Qué sin sentido. Quizás no tenga que tenerlo. La realidad va muy rápida. Tanto que prácticamente no existe. Y sin realidad somos inexistentes. Quizás por eso nos empeñemos en crear una y la defendamos con excesiva energía y la luchemos  con fervor ególatra y miedoso. No tiene sentido. Sería muy obsceno creer tener razón en un mundo que en realidad es sueño y no existe. Qué endiosados. Tan endiosados como acojonados por no ser queridos y dejar de existir. Todos queremos un sitio en algún lugar. Aunque sea en el desierto. Un sitio para pasar el rato este de vivir, que ahora mismo se me antoja corto. No da casi tiempo a despertar. Como diría Chaplin, todos somos debutantes. Quién se cree saber más. Idiotas de felicidad no consciente. Brujos de felicidad inconsciente. Aquí. Ahora. Con la trascendencia de la nada del después. Enanos de mierda todos. Irreflexivos. ¿Cuánta gente se morirá sin haberle dado si quiera un suspiro de importancia a haber llegado a respirar? Cuanta irreflexión provoca cuántos conflictos…Cuánto conflicto personal no resuelto trasnformado en problema social, en crítica al prójimo. Mentiras a borbotones. Mentiras a montones. Porque la verdad es algo más que creer tener razón. La verdad es tan mentira como la realidad. Que juega a asomarse como si no temiera desgarrarse. De verdad. Necesitamos un consumo responsable de verdad y autosuficiencia. Una crítica inesperada y constructiva. Esta vez hacia dentro. Yo qué sé. No tiene sentido. Quizás no tenga que tenerlo. Pero honestidad. De la honesta. De la que se queda  uno sin tener que mostrar estar teniéndola. Honestidad a nuestra condición de humano. A nuestra finitud de finito. A nuestra actitud de despierto. Quizás así, empiece a tener sentido.

martes, 25 de agosto de 2015

TENGA USTED EL MOMENTO

Tenga usted el momento caballero, dama, estornuco o lo que sea de reflexionar. Téngalo con ahínco. Insistente y agitado, como un abanico. Voraz e iluminado, como si no pudiera terminar. Reflexione, sobre lo que quiera o sobre lo que pueda. Sobre lo que ame o sobre lo que odie. Reflexione, si fuera su caso, sobre el no querer reflexionar. No digo todo el rato. No digo durante las largas siete vidas de un gato. Digo un rato. Un rato tonto, de esos echados a perder. Invertidos en huir más que en estar. Reflexione con la intención de reflexionar. No se dedique sólo a funcionar bien o funcionar mal, si no a saber que está funcionando y desde ahí reflexionar. Sin mayor ánimo que estar tremendamente vivo un instante. Un instante pasajero y fugaz que se perderá en una eternidad de no reflexión. Un instante lleno de pasión. Luz. Aire. Ya. Tampoco es necesario quedarse en ello, pero trate de pasar por ahí y verá qué bello. Si huye, si teme, si tiembla, si se agobia... Qué precioso, tener a la lucidez de novia. Y no se equivoque, estar lúcido no es sinónimo de estar bien, pero desde luego que es sinónimo de estar. Y eso vale un potosí. Que sí, que sí dama, caballero, estornuco, merugón o lo que sea. Tenga usted el momento de reflexionar. Como aquél que más allá de un clik a una frase escrita en un bello fondo de pantalla, hace clik en algo muy hondo ganando así la batalla. No sea usted simplemente un trikano que pasa por la vida sin enterarse. O peor, no sea un gadesto que además de no enterarse de estar viviendo, se cree inmortal y ya verá qué risa cuando se acabe su retal. Dama, caballero, estornuco, merugón, trikano, gadesto o lo que sea. Reflexione. No importa si es de manera sosegada o ahogada (aunque la primera tiende a funcionar mejor). No importa si no lo ha hecho antes, no es hazaña que requiera guantes. No le va a pasar nada. Nada que no le esté pasando ya, solo que no lo está reflexionando. Se lo digo por mis antecedentes de nartero, que sé lo que digo. Un instante. Un momento. Un hallazgo. Un suspiro. Que oigan, yo como ustedes, al final de esta vida me piro y perderla en el camino es muy de dama, caballero, estornuco, merugón, trikano, gadesto, nartero o lo que sea. Y no estamos aquí para dar patadas sin saber en qué posadera, como si estuviéramos como una regadera. Locos, ahogados, verdes, agujereados y de cualquier manera. Vamos, yo lo digo porque ya vale ¿no? de seguir estirando el chicle hasta que aguante, de criar avestruces en nombre del tunante. De ver, oir y callar. ¿para cuándo el hallar? Tenga usted el momento dama, caballero, estornuco, merugón, trikano, gadesto, nartero, regadera o lo que sea, de reflexionar. Ya verá qué curioso lo que ocurre cuando se empiece a amar.


sábado, 22 de agosto de 2015

HABÍA UNA VEZ

Había una vez una princesa preciosa. De bello cabello, de tez hermosa. Una princesa enamorada. De fría fantasía, de dudosa morada. A la que le prometieron que sería querida. De perfecta manera, de caricia certera.  Que viviría un cuento de hadas. De lindos finales, de poesías reales. De opciones doradas. Que sabía que aquello no ocurriría. De dolido corazón, de lacerante razón, de sueño que moría. Pues había una vez una princesa preciosa. De bello cabello, de tez hermosa. Una princesa enamorada.  De triste mirada, de mentira arraigada. A la que se le rompieron los ideales. De perfectas maneras, de caricias certeras. Que le dio una patada al cuento de hadas. De farsantes finales, de poesías vitales. De mierdas doradas. Que sabía que no quería ser princesa. De innecesaria corona, de sonrisa burlona. De esperanza que cesa. Así que había una vez una princesa preciosa. De bello cabello, de tez hermosa. Una princesa enamorada. De calmada mirada, de estrecha entereza. A la que le nació una sonrisa. De inquieta soledad, de felicidad dorada. Que sabía que no era amada. De infinita manera, de autoestima que recupera. Que supo levantar la cabeza. De digna fuerza, de tristeza sin pereza. Pues había una vez una princesa preciosa. De bello cabello, de tez hermosa. Una princesa enamorada. Que siguió adelante ya que hasta el inffinito quedaban pasos de gigante.


martes, 18 de agosto de 2015

EL VACÍO

Pedro era un niño introvertido. Un niño de esos que las demás madres consideraban raritos. Tenía el pelo corto y graso. Tenía unas largas pestañas y una sonrisa burlona. Tenía una afilada lengua que casi siempre conseguía contener con pensamientos. Era zurdo y sólo sabía hacer la lazada bien en su zapato izquierdo. Tenía estrabismo y casi siempre vestía de manera desaliñada. Desde bien pequeño llevaba con él una pequeña bolsa roja colgando de su codo derecho. Su madre murió siendo él muy pequeño. Su padre jamás superó la muerte de su mujer y Pedro fue criado por su tía Inés. Inés era una mujer bondadosa, de esas que no te dan consejos porque saben lo insignificante de su opinión. Tenía una manera distinta de ver la vida. A veces, como decía ella "me pincha el pensamiento como desde lo más básico y me revuelvo sin entender absolutamente nada más que la certeza de que soy la única que sabe que no está entendiendo". Pedro adoraba a su tía. No entendía muy bien por qué. El era un niño, sencillamente la adoraba. Había en ella algo de maga  que le embriagaba y algo de bruja que le divertía. Ella fue la que, con motivo de la muerte de su madre, le había regalado aquella bolsa roja y le había dicho "llénala de lo que quieras, hay sitio para lo que tú decidas".
En más de una ocasión Pedro se había encontrado mirando aquella bolsa. Viendo su fondo y sabiendo que estaba completamente vacía. Estupefacto ante la duda. ¿Estaba vacía porque lo estaba o estaba vacía porque aún no había decidido nada?. 
Un día en el patio del colegio, los chicos que siempre se reían de él, comenzaron a burlarse y a chincharle porque su ojo estaba torcido. Ya se habían metido con él en otras ocasiones y, aunque con dolor, había conseguido no hacerles caso. Sin embargo, esta vez, un nuevo pensamiento cruzó su ático " si, está torcido, y sin embargo veo con él mucho más recto de lo que ellos jamás lograrán"" a quién le importa un ojo torcido, a mí no". Y de pronto, sintió que la bolsa roja pesaba un poco más. Miró dentro y una viva sonrisa alcanzó su boca. Eufórico, corrió a casa y le enseñó la bolsa a su tía Inés.  "yo no veo nada" le dijo ella "para mi está vacía". "pero tía, he notado el peso y mira, fíjate bien, dentro hay algo". Inés volvió a asomarse e hizo una mueca de indiferencia "vacío" repitió.
Pedro sintió que el peso de la bolsa disminuía. Qué lástima, ahora que empezaba a llenarla...¿debía dejar que se vaciara o debía sostener firme su peso? No sé, se dijo. Y volvió a sentir el peso. El peso del vacío. El vacío lleno completamente, de lo que decidió en ese momento.







lunes, 17 de agosto de 2015

ODIO ¿CUANDO?

Odio cuando te ausentas sin avisar. Odio cuando no contestas y sé que es tan sólo porque no quieres. Odio cuando está clara la distancia pero no te atreves a decirlo. Odio cuando sabes lo que nos pasa pero te lo guardas para ti. Odio cuando finges que todo está bien. Odio cuando lo afirmas y sé que no es así. Odio cuando está claro que todo zozobra y tú pareces no inmutarte. Odio cuando sé que dejaste de quererme y que me vas a dejar pero no terminas de hacerlo. Odio cuando callas, porque no otorgas. Odio cuando hablas, porque no te creo. Odio cuando explicas, porque te excusas. Odio cuando finges, porque se te ve la realidad. Odio cuando prefieres a tus amigos. Odio cuando la novia loca soy yo. Odio cuando es excesiva mi cordura. Odio cuando no quieres verlo. Odio cuando no me hablas de ti porque no te fias de mi. Odio cuando te hablo de mi porque sólo vas a entenderme desde ti. Odio cuando no me dejas salvarte. Odio cuando no me dejas ni acompañarte. Odio cuando pareces no querer que yo sea especial. Odio cuando todo se vuelve real y eso te aburre.
Lo odio porque es ficción. Odio cuando presupongo porque al final impongo creando realidad.
Odio cuando odio todo lo anterior, porque lo único que me pasa es que temo que ya no me quieras. Y entre odiar y temer. Y entre temer y odiar. Lo que me pierdo es el querer.

miércoles, 12 de agosto de 2015

¡VIVA!


Viva está la vida cuando te atreves a enfrentarla. Viva e intensa cuando te atreves a abrazarla. Viva y sonriente. Viva y reconstituyente. Viva y pobre cuando no hay por donde calmarse. Viva y ágil cuando dos comienzan a amarse. Viva y radiante. Viva y alejada de culparse. Viva e insegura cuando crees que ya te amaste. Viva y fuerte cuando ya lo hiciste. Viva y aburrida cuando no la regaste. Viva y fuerte está cuando despiertas un instante. Viva y coja cuando la moral es floja. Viva y risueña cuando de ella te haces dueña. Viva y determinante. Viva e impresionante. Viva está cuando alguien nace. Viva y nueva. Viva mientras otra yace. Viva está la vida cuando el beso te llega. Viva y enamorada. Viva y ciega. Viva en su morada.  Viva y traicionera cuando esperas de alguna manera. Viva y doliente cuando no te entiendes con la gente. Viva e inteligente cuando no todo es aguante. Viva y constante cuando todo va como la seda. Viva e inesperada. Viva y rocambolesca. Viva está la vida cuando tropiezas con la muesca. Viva y furtiva cuando la mortalidad es tu giba. Viva y valiente cuando le hincas el diente. Viva y con suerte. Viva y con fuerte. Viva y con muerte. Viva.

miércoles, 22 de julio de 2015

CIERTO NO SÉ QUÉ

Tengo cierto no sé qué. Ya sabes, ese ya sé pero no sé del todo. Porque no es por saber saber ni por no tener ni idea, no. Es tener cierto no sé qué de qué se yo. Vamos, que un poco sí que sabes, pero no del todo. Es un sí con un no, con un quizás, un por supuesto, un ya veremos y un ojalá. Es una idea convertida en sensación. Es una sensación que te pasea por recuerdos. Son recuerdos que te llevan a ideas que no sabes identificar bien. Y así, pues yo qué sé. Tengo cierto algo. Me pasa algo. Sí, sin pasarme nada. Pero estoy así, como que pufff!, como que avestruz. Como que valiente, pero casi fatal. Tengo cierto no se qué que podría ser algo más que sólo nada. Es un poco como no saber. Es así como no estar segura de tus decisiones actuales que te dejan en otro futuro que vete tú a saber si sí o si no. Es como estar solísima super rodeada y vivir en pareja sabiendo que te quiere, siendo soltera. Es un no sé qué de sueño con realidad. Un y si yo supiera...Es que tengo un cierto ¡a saber! como respuesta sin tener pregunta, porque ya sé, pero no tengo ni idea. Es ese casi todo está como tiene que estar, pero la inquietud no opina lo mismo. Es cierta emoción loca que grita bajísimo, pero se le oye. Pero yo qué sé. Tengo cierto brote de incertidumbre, ese no sé de ya sé. Ese qué será el futuro hoy. Cierto no sé esperar, para haber estado bien ayer, porque yo qué sé. Estoy bien, con un poco de no creerme, porque ya sabes, puff, es que hay cierto algo que si yo supiera...pues no estaría. Pero está, porque se emociona, y habla y dice: yo qué sé.

Tengo cierto no sé qué...


...será VIDA.





lunes, 29 de junio de 2015

JAJAJAJAJA

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Nunca me había reido tanto escribiendo sobre algo



lunes, 22 de junio de 2015

SACUDE

Sacude la cabeza. Sacude las ideas. Sacude los brazos, las piernas y hasta el bazo. Sacúdete de arriba abajo. Sacude la pereza. Sacude la excusa. Sacude tu convicción. Como si acabaras de llegar a este mundo y sólo supieras sacudirte sin traición. Sacude la monotonía, sacude la desilusión. Sacude bien fuerte, que te llegue al corazón. Sacude el "no puedo". Sacude el "soy el mejor". Sacude cada duelo, para brindarte amor. Como si acabaras de llegar a este mundo y sólo supieras sacudirte con pasión. Sacude el atasco. Sacude el tropezón. Sacude todo el asco anda, no seas cabezón. Sacude el odio, mételo en vereda. Sacude la intuición, haz que pueda. Sacude la lágrima. Sacude la desazón. Sacude el chispazo, idiota sin razón. Como si acabaras de llegar a este mundo y sólo supieras sacudirte sin pretensión. Sacude el futuro, ese de la extinción. Sacude el pasado, ese del ahogo. Sacude el ser. Sacude el no ser. Sacude el culo, llévalo de excursión. Sacude la rebeldía, llévale al desahogo. Sacude el norte. Sacude el sur. Sacude el este y sacude el oeste. Como si acabaras de llegar a este mundo y sólo supieras sacudirte sin orientación. Sacude la ayuda, no dejes que huya. Sacude la mirada, y harás que fluya. Sacude el control. Sacude cada botón. Sacúdete pedazo de gilipollas, que te pierdes en el montón.




martes, 2 de junio de 2015

TIERRA DE GILIPOLLAS

Había una vez un gilipollas que no sabía que lo era. Solía ser gilipollas la mayor parte del tiempo pero, como todos, a veces gozaba de horas de lucidez en los que su parte más bella afloraba y callaba de un puntapié las estupideces de su versión más habitual y fea. La lucidez era preciosa a la par que peligrosa pues ya se sabe, que poder mirar implica el riesgo de terminar viendo. No obstante el riesgo en él era ínfimo, pues era muy gilipollas. Ser gilipollas implica mucho más de lo que uno a priori pudiera imaginarse. No basta sólo con serlo, además hay que no reconocerlo. Quizás esta sea la máxima del gilipollas: la borrachera de vanidad. Dicha suprema expresión de soberbia es la bandera de todo gilipollas que se precie. Y nuestro genio gilipollas gozaba de bandera, borrachera y poca lucidez. Lo curioso de este gilipollas era que, a pesar de no saber que lo era y por tanto estar tremendamente lejos de reconocerlo, en ocasiones sentía una punzada en la boca del estómago. "Algo de lo que he comido me ha sentado mal", decía. Qué gilipollas, creerse que lo que le sentaba mal era la comida. Otras, sin embargo, le dolía la cabeza. Como si un ejército de reproches se preparara para el mayor de los ataques a un ego insistente. "La gente me pone dolor de cabeza", decía. Qué gilipollas, creerse que los pensamientos de los demás era lo que le sentaba mal. Era curioso, pues normalmente el gilipollas medio, ni enferma, ni tiene síntomas de nada pues es indestructible. Los he conocido hasta inmortales (menuda sorpresa les espera). Y éste era uno de ellos. Aunque en los últimos meses, estaba siendo un poco diferente. Tan gilipollas como el que más pero también tan humano como el que más con insistentes brotes de lucidez. Curiosa combinación de posibilidades que le hacen a uno entender relativamente fácil el conflicto entre una situación y su opuesta. Un gilipollas muy poco gilipollas. O un humano con brotes de gilipollas si se prefiere, por aquello de fingir optimismo y ver el vaso medio lleno de humanidad en lugar de gilipollismo. Los síntomas físicos habían aumentado de manera alarmante en este último tiempo y muy a su pesar, nuestro gilipollas comenzó a preocuparse. Con esto quiero decir, que comenzó a pensar en los síntomas en lugar de rebotarlos. En realidad, lo que debería haber hecho, era comenzar a ocuparse...porque anda que no despista el "pre". Pero como os vengo diciendo, era muy gilipollas, lo cual convertía la pelea no sólo en molinos de viento a modo de gigantes, si no en fantasmas vestidos de molinos de viento a modo de fantasmas de gigantes. Esto acojona hasta al más convencido de los gilipollas, la verdad. Yo mismo, en tiempos de extrema gilipollez los vi, y eran francamente temibles. Pues bien, ahí estaba el gilipollas. Sin conciencia de serlo pero con trazas de sentirlo. Dispuesto a hacer algo y sin saber muy bien el qué. 
Había una vez un gilipollas que no sabía que lo era. Solía ser gilipollas la mayor parte del tiempo pero, como todos, a veces gozaba de horas de lucidez en los que su parte más bella afloraba y callaba de un puntapié las estupideces de su versión más habitual y fea. Y todas las pescadillas de la tierra, se reían de él.

miércoles, 20 de mayo de 2015

ME ENCANTA

Me encanta cuando un rayo de sol se rie de una tormenta. Me encanta cuando seguir igual supone cada día estar distinto. Me encanta cuando no se entiende una mierda porque es cuando terminamos rindiéndonos el tiempo de un suspiro, volviéndonos mortales. Me encanta cuando nos besan y queríamos haber besado. Me encanta la arena seca y suave que acaricia como excitando. Me encanta cuando mirando más allá, no llegamos ni a la vuelta de la esquina. Me encanta cuando nos tropezamos, como sin saber muy bien andar. Me encanta cuando nos contradecimos, porque nos saca de quicio. Me encanta cuando llueve y odiamos el paraguas. Me encanta cuando salimos a correr, pero nunca es suficientemente lejos. Me encanta cuando nos asustamos, porque nos defendemos fatal. Me encanta cuando nos miramos, cuando miramos cómo se miran y cuando nos miran mirarnos. Me encanta cuando nos cansamos, pues desde ahí sólo hay fuerza. Me encanta cuando admiramos una mariposa, o una puesta de sol, o una pupila que sonríe. Me encanta cuando lo intentamos, sea lo que sea. Me encanta cuando lo conseguimos. Me encanta cuando confiamos. Me encanta cuando una maleta resulta demasiado grande y el viaje demasiado corto. Me encanta si vivimos. Me encanta cuando una hoja cae lentamente, pidiendo perdón al suelo. Me encanta cuando una gota de agua cambia de nombre por cambiar de océano. Me encanta cuando respiramos, porque estamos viviendo. Me encanta cuando vivimos, pues podemos estar creciendo. Me encanta cuando crecemos, pues nos calmamos. Me encanta.

lunes, 4 de mayo de 2015

MALDITA INCOMPRENSION

Maldita incomprensión. Qué astuta eres. Maldita tú, malditos tus caminos, malditas tus bofetadas. Las de despertar, las de pelear, las de dejar ir. Maldita incomprensión. Qué inteligente eres. Que vives y asomas cada vez que a alguien le estornuda la circunstancia. Que atacas con constancia. Maldito ir y venir que llevas. Maldito no dejar seguir. Maldito dolor. Maldito pudor, maldito barranco y maldito estupor. Maldita incompresión. Qué caprichosa eres; que atacas, que remueves, que atascas. Maldita tú, como si fuera poca cosa. Maldita yo, que no soy inmune a tu prosa. Maldita incomprensión que te arranca de la certeza, que baila con la rareza, que te marea de pies a cabeza. Malditas las miradas que usas, los abrazos que rompes y las broncas que empujas. Malditas tus risas brujas. Malditas tus cicatrices odiosas que tiran, que hieren, que no ceden. Maldita incompresión. Qué incesante eres. Que tienes miedo de la comprensión y la ahogas. Que sufres por no poder mirarte y olvidas cada vez el espejo. Maldita, que buscas esconderte y yo no te dejo. Que andas, que tropiezas, que lloras, que te veo. Maldita incomprensión. Qué flaca eres. Maldita tu aparente fuerza y maldita tu manipulación, que hace que todo se tuerza. Maldita pregunta sin respuesta. Maldito salto sin red. Maldito camino incierto. Maldito amor postpuesto. Maldita incompresión. ¡Ya te tengo! que te vas, que escuchas, que desapareces. Maldita bendita, que ya no luchas. Que cantas en silencio, que susurras gritando, que te terminas apagando. Bendita.


jueves, 12 de marzo de 2015

ELLOS SOLOS

Ellos solos se aceleran. Ellos solos se frenan. Ellos solos se atascan. Ellos solos se desatascan. Ellos solos se agobian y también ellos solos se desagobian. Ellos solos van para no atreverse. Ellos solos se bajan antes de caerse. Ellos solos culpan fuera lo que ellos solos matan dentro. Ellos solos quieren, temen, viven. Ellos solos se llevan a pesar del cuento. Ellos solos se ilusionan. Ellos solos se entristecen. Ellos solos inventan lo que ellos solos soñarían. Ellos solos abandonan porque la realidad no es sueño. Ellos solos siguen intentando que el sueño sea realidad. Ellos solos lloran porque nada resulte verdad.  A veces miran sin andar. A veces ciegan por haber andado. A veces respiran hondo sin haberse ahogado. Y es que así son ellos. Sobre todo los solos. Que solos se ven, que solos se vuelven. Que solos se despiertan. Que solos se atreven porque acompañados tropiezan. Que solos se enorgullecen de curar lo que solo acompañados sanarían. Que solos sanan lo que acompañados ocultarían. Ellos solos. Completamente solos. Solos, entre un montón de gente.

miércoles, 18 de febrero de 2015

QUÉ BONITO

Qué bonito es el amor ¿verdad? Qué bonita la risa tímida, la mirada felina, la caricia cercana, el temblor sonriente y la duda amainada. Qué bonito el no saber, pero ir. El querer, sin aún querer. El mirar, sin aún ver.
Qué bonito es  el amor. ¿no crees? Qué bonita la primera cita, la segunda mariposa, el tercer abrazo, el cuarto compartido y la quinta sensación. Qué bonito el no entender pero hablar. El comunicar, sin conocer bien las palabras. El estar cerca, sin saber aún medir.
Qué bonito es el amor ¿lo ves? Qué bonita la espera desesperada, la opinión apasionada, la vela encendida, la mano acercada y el sujeto sujetado. Qué bonito el estar solo, pero ya no del todo. El ser pleno, sin haberse vaciado.  El seguir caminando pero con nuevos zapatos.
Qué bonito es el amor ¿no te parece? Qué bonita la compañía buscada, el espacio trabajado, la chispa encendida, la pasión descontrolada y el amor encontrado. Qué bonito el cerrar los ojos y sentir. El abrirlos y crecer. El estar, sin aún haber llegado.
Qué bonito es el amor ¿el amor? Qué bonito...


domingo, 1 de febrero de 2015

UN REGALO AL MISTERIO

Su controlada vida decía demasiado de ella, sobre todo, para quien pretende ver. No tenía demasiados amigos. Tenía un carácter fuerte y una seria mirada que a veces se juzgaba estricta. Su pelo, siempre recogido en un moño alto y tenso, desvelaba sus dificultades para permitir cierto descontrol. Lo controlaba todo. Lo medía todo y se desquiciaba cada vez que la vida, en su antipático descontrol, le llevaba a situaciones que no podía controlar. Sentía que era importante ser dueña de cada instante, que era necesario controlar e interpretar cada instante y cada gesto de su entorno. Lo interpretaba todo tanto que a veces, creyendo tener razón, erraba en su interpretación y resultaba injusta. Sin embargo, su borrachera de conocimiento, pocas veces le permítía convertirse en alguien humano y admitir haber errado. Tenía pocos amigos, porque cuidaba pocos amigos. La gente le caía mal. Les consideraba rebaño. Era tremendamente crítica con la sociedad y estrictamente altiva con el autoengaño. Vivía sola, no como quien esta bien solo, si no como quien no es capaz de vivir con alguien. Y eso, se le notaba en la mirada. Se llamaba Laura, y no sabía que no era feliz.
Siendo muy pequeña, había presenciado un asesinato en la calle. Un hombre de mediana altura y espesa barba, que ella recordaría de manera infinitamente más monstruosa desde entonces, había tratado de robarle el bolso a una anciana. Cuando ésta se puso a gritar, y un hombre acudió a socorrerla, el ladrón no dudó en asestarle varias puñaladas al mismo, que cayó al suelo de una manera que Laura no olvidaría jamás. La muerte hecha movimiento. En un instante vivo, y al siguiente apagado. Aquella caída le habría atrapado, sin ella saberlo,  para siempre. Recordaba aquel momento como suele hacerlo la memoria asustada, por fotogramas. Incapaz de hilar principio con final. Incapaz de ordenar lo que para ella no tenía posibilidad de orden. ¿Cómo se ordena el dolor? ¿Cómo se ordena lo incomprensible? ¿Cómo se ordena el desorden?
Trabajaba en un bufete de abogados, como queriendo justificar lo estricto de su categórica moral y lo significativo de su tenso vestir. Trabajaba, y muchas veces hacía horas extra. Le gustaba su trabajo. De alguna manera, podría decirse que lo necesitaba. Quizás todos elijamos una profesión tan sólo en función de los fantasmas que es capaz de calmar. Quizás todos elegimos una vida en función de lo que podemos soportar. Quizás funcionamos com lo hacemos, tan sólo para sobrevivir.
Laura no era feliz. Pero ella no lo sabía. Creía vivir, creía saber, creía controlar. La ilusión de control le regalaba un oasis de felicidad. La llegada del descontrol, le sumía en la realidad del dolor. No era feliz. Era sola con dolor, era estricta sin resultado. Era infeliz con descontrol. 
Y así sería el resto de su vida si aquel veinte de  mayo de 1981 no hubiera ocurrido lo que ocurrió. Desde luego que desde entonces fue feliz, desde luego que desde entonces lo consiguió. La intensidad de lo que desde entonces vivió, se la regaló al conocimiento. La respuesta de lo que le llevó a la felicidad, Laura se la regaló al misterio.


miércoles, 28 de enero de 2015

DE EXPRESION EN EXPRESION Y TIRO PORQUE ES CULTURA

Se había puesto de punta en blanco porque la ocasión la pintaban calva para explicarse, pero no dejaba de soltar las verdades de perogrullo. Si llega a aclarar que a la mano cerrada se le llama puño, apaga y vámonos. Había pasado toda su vida metiéndose en camisas de once varas , daba palos de ciego sin ser capaz de darle al césar lo que es del césar. Se mantenía erre que erre en su idiotez y la sensatez brillaba por su ausencia. No dejaba títere con cabeza cuando se trataba de poner de vuelta y media a la gente del pueblo. Si sus padres le hubieran controlado mas, o antes, otro gallo habría cantado. Pero ahora ya , a buenas horas mangas verdes, se había armado la gorda.

Estaba ante el juez. A seguro se lo llevarían preso si seguía estando en babia y no era capaz de defender su inocencia. No iba a ser fácil convencerle puesto que el juez no acababa de caerse del nido y además no tenía ninguna prueba ni testigo que apoyara su versión. Pero él siempre ponía a mal tiempo buena cara. Siempre veía el vaso medio lleno. Así que trató de poner los pies en la tierra y encontrar algo que le hiciera separar el grano de la paja. Le dijo al juez que era muy buena persona y que además iba a la iglesia todos los domingos, esperando que a este se le ablandara el corazón

- ¡A otro perro con ese hueso! - le dijo el juez poniéndole los puntos sobre las íes - Habrá de ser más convincente y preciso si quiere salvar el culo de esta. Así que rece, pero siga remando.

La última vez que le habían visto, estaba poniéndose las botas en una taberna. Se había tomado, a ojo de buen cubero,  dos pollos. Y es que ya se sabe que el comer y el rascar, todo es empezar. Se le hacía la boca agua pensando en el postre. Había empinado el codo demasiado y le contó al camarero la Biblia en verso para que le fiara, pero este, le dijo que el horno no estaba para bollos, que ya le había dicho un pajarito que no se podía poner la mano en el fuego por él. Lloró lágrimas de cocodrilo pidiendo que hiciera borrón y cuenta nueva. Ya le habían colgado el sanbenito de ladrón otras veces y siempre había conseguido poner pies en polvorosa a tiempo. Quería poner las cosas claras y el chocolate espeso, porque él gorrón sí, pero ladrón nunca, por lo menos en aquella taberna. Comer de gorra, no era lo mismo que robar.  En su opinión, eso era buscarle tres pies al gato. Porque en aquella taberna, él nunca había robado. Otras veces, la casa había invitado. Así que pagó a regañadientes, y salió por la puerta pensando aquello de que donde las dan, las toman, y que ya se serviría la venganza.
El problema era que poco después de que él hiciera mutis por el foro, un hombre encapuchado puso todo patas arriba. Y entre otras cosas, se había llevado el postre al que él le había echado el ojo previamente. Además, medía lo mismo e iba igual vestido. Que también, era mala pata, que el ladrón y él parecieran cortados con la misma tijera. No podían ser como la noche y el día, ¡no!
Estaba con la soga al cuello. Pero él se sentía cabeza de turco. Estaba cargando con el muerto de otro infeliz, estaba pagando el pato. En el fondo, era un diamante en bruto. Sabía que no podía demostrar de la noche a la mañana lo bueno que era y la pasta real de la que estaba hecho, sobre todo cuando sólo había sido un buen samaritano de Pascuas a Ramos.
Y ahí estaba, ante el juez. Sudoroso.
En la sala no cabía ni un alfiler. Su abogado, le había recomendado durante la pausa, no decir ni esta boca es mía, ya que en boca cerrada no entraban moscas. Demasiado había piado ya. Estaban dispuestos a mandarle al otro barrio. Pensaban que muerto el perro, se acabaría la rabia. Así que estaba en la cuerda floja, además, no estaba dando pie con bola. Aunque él pensaba que en esa sala había demasiado perro ladrador. En la vida no todo era de color de rosa y él ya estaba curado de espanto. Y aquello, tampoco era nada del otro mundo. Así que decidió tomar la sartén por el mango y en menos de lo que canta un gallo les tuvo a todos atentos a sus palabra, e intentó hacerles entrar en razón, mientras a su abogado se le salían los ojos de las órbitas. Aquí el que no corre vuela y a fin de cuentas se encontraba entre la espada y la pared y ya no podía escurrir el bulto más.

Argumentó que no era tan fiero el león como lo pintaban. Reconoció que se había pasado de rosca pero no estaba dispuesto a poner la otra mejilla. No le importaba rasgarse las vestiduras ahí, ante ellos. A tal señor, tal honor. Sabía que tenía que hilar muy fino para conseguir fumar la pipa de la paz , porque el juez era un hueso duro de roer que ya le había dicho que no gastara más saliva, que las mentiras tenían las patas muy cortas y que más valía prevenir que curar. No podía bajar la guardia, podía ir a por lana y volver trasquilado, pues no le serviría tan sólo dorarles la píldora. Siguió argumentando, trató de ir al grano y no irse por los cerros de Úbeda. El tiempo era oro. Defendió, como quien no quiere la cosa, que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón y que la ocasión hace al ladrón. Y matando dos pájaros de un tiro, acusó al tabernero y se defendió.  Admitió haberle robado en el año de la Polka, a lo hecho pecho. Pero negó haberlo hecho armado hasta los dientes y hacía tan pocos días. Argumentó que en aquellos años, eran tiempos de vacas flacas y que andaba de capa caída. Su jefe le había prometido el oro y el moro y al final, ¡naranjas de la China!, había terminado pasando las de Caín y con el agua al cuello, pues el jefe les dejó en la estacada. A tal punto, que él, y muchos se habían tomado la justicia por su mano. No quería echar más leña al fuego, pero instó a que quien estuviera libre de pecado, tirara la primera piedra.

Comenzó un murmullo en la sala y de pronto vio el cielo abierto, pues todos  decidieron echar pelillos a la mar. Nadie quiso hacer más preguntas, pues la curiosidad habría matado a tanto gato.

Se fue a casa, se lió la manta a la cabeza y cortó por lo sano. A fin de cuentas en aquel pueblo comenzaban a ver de qué pie cojeaba y eso, para su profesión, no era nada bueno.
Emprendió un nuevo camino en busca de un hogar, dulce hogar.

A buen entendedor, pocas palabras bastan.

LA CUENTA ATRÁS


Noventa y nueves veces tuve el impulso de matar a las noventa personas que me habían herido en mi corta vida. Ochenta pensamientos se acercaron a intentar silenciar lo que setenta emociones gritaban con fuerza. Pero ni sesenta soldados a caballo ni cincuenta agentes secretos habrían conseguido parar lo que cuarenta sinapsis asesinas buscaban aliviar en los siguientes treinta segundos de aquel soleado día. Y es que veinte eran los años que yo tenía, cuando con la fuerza de diez bueyes, tomé aquél puñal forjado en venganza y en un segundo, te lo clavé.

miércoles, 21 de enero de 2015

A CADA TE QUIERO

A cada uno de los besos que aún no te he dado y a cada una de las miradas que ya has entendido. A cada sonrisa pícara, a cada idea cómplice. A cada cabreo. A cada certeza tras el cabreo. A cada caricia que aún no has recibido. A cada dulzura no pedida. A cada paso, de cada minuto, de cada vida. A cada instante que ya te quise y a cada segundo que prometo quererte, incluso cuando te odie. A cada temblor por no quererte. A cada nervio por ya quererte. A cada tropezón del que ya conseguiremos levantarnos. A cada manía, que ha dejado de importarme, porque te quiero, sobre todo por ti. A cada tick, que ya no percibo. A cada amigo que con orgullo te he presentado. A cada amigo, que con felicidad te ha conocido. Porque ya me acuerdo de cuando te conoceré. Porque de alguna manera, ya lo he hecho. Porque siempre estuve bien sola hasta verte, que estuve un poco mejor. A cada vez que me bajarás de las ideas para regalarme sensación. A cada sensación que no sabré manejar pero en la que estaré orgullosa de perderme. A cada pupila llena de brillo y a cada sábana compartida. A cada esperanza y a cada realidad. A cada duda, desde la que nos haremos añicos. A cada abrazo desde el que nos recompondremos. A cada vez que confiemos. A cada vez que no te inventes lo que quiero.  A cada libertad con la que te recibo y te espero. A cada pasión con la que te miro y babeo. A cada te quiero, porque ya es de verdad.

martes, 13 de enero de 2015

CARTA AL AMOR

Te escribo a ti, amor. No a cualquier concepto de amor si no al concepto que yo siento. Y entiendo que calmas. Y entiendo que tienes consecuencias. Y entiendo que haces sentir. Pero haces sentir tanto, que no me da tiempo a entenderte. Porque soy cobarde por ser dsconfiada, porque soy valiente por reconocerme cobarde. Porque tiemblo por temer hacer temblar. Porque sé que ya se tiembla y no soporto la culpa, el miedo y la duda de un entorno que no te entiende como yo te entiendo. Porque creo entenderte cuando muchas veces resulta imposible. Porque eres emoción, y eso no siempre es comprensión, ni lo esperado, ni lo deseado, ni lo pedido...porque eres demasiado sentimiento para un cerebro que teme sentir o querer pero que se permite sufrir miedo.
Te escribo a ti, amor, que eres demasiado bueno para alguien que no sabe vivirte sólo porque no sabe aceptar que a veces dueles. Te escribo porque no puedo más. No sé manejar la duda que provocas, los nervios de los que te jactas. No sé manejar ni siquiera la certeza que llegas a dar, pues no la creo. O al menos no la creo digna de mí. Te escribo porque la gente parece sufrirte y  aún así, sigue buscándote. ¿Es para sentirse único y no morir solo? ¿Es para acariciarse el ego cuando se tambalea? ¿Es para ser feliz? ¿Es que acaso no les haces temblar tanto?
Te escribo a ti, amor. Porque no tengo ni idea de qué hacer con lo que siento. Y no entiendo cómo la gente parece tenerlo tan claro. Cómo hace la gente para seguir adelante incluso estando muerto de miedo. Incluso dudando horrores. Yo no soy capaz de dar un paso. E incluso así, quieta, sin avanzar, la idea de que pases y me roces me estremece. Incluso quieta, me muevo. Sé que no sé vivirte, porque sentirte te siento...pero no sé vivir lo que no entiendo. Y eso me deja lejos de ti en soledad o cerca de ti con mucho sufrimiento.
Te escribo a ti amor, porque no sé porqué te añoro tanto. Si ni te entiendo, ni te busco, ni te provoco...eso sí, te siento.
No sé porqué te añoro tanto. Si te temo cuando te tengo y me temo cuando no te tengo.