domingo, 30 de noviembre de 2014

MI MEJOR TRABAJO

- Cuando estoy plenamente feliz, no veo nada más que las cosas buenas de la gente- dijo Elene mientras se frotaba el ojo que tenía tras el parche
- ¿Y cuando estás plenamente triste, no ves nada más que las cosas malas de la gente? - le preguntó su hermano mientras trataba de evitar que Elene continuara rascándose
- No. Cuando estoy plenamente triste no veo nada más que las cosas malas mías
- Pero eso no es justo Elene- dijo Manu- ni siquiera estoy seguro de que eso sea sano- continuó
- Ya, pero es la verdad - respondió ella, y dio media vuelta. Llegaba tarde y aún tenía que terminar el trabajo

El maldito parche le estaba molestando más de lo habitual. Hacía años que lo llevaba. Ella sentía prácticamente haber nacido con él. "Si tan sólo conservara aún los dos ojos" se dijo "podría ver el doble de lo que veo. Quizás hay cosas que no estoy entendiendo tan sólo por estar viendo la mitad" pensó.  " A saber" dijo en voz alta,  y una pequeña resignación acarició sus labios.
Elene era una asesina a sueldo. De las mejores del planeta. Personas de todas partes del mundo habían contratado sus servicios. Era limpia y discreta. Con los años, y sus trabajos, se había labrado una fama de asesina elegante y todo hay que decirlo, dejando a un lado la posible discusión moral sobre su trabajo, así era. Jamás había dejado ningún tipo de pista tras su paso, y si lo había hecho, había sido de manera premeditada. Siempre que le había sido posible, había evitado el sufrimiento de la víctima. Y jamás dejó un sólo cadaver sin dedicarle treinta segundos de su tiempo a agarrarle la mano. Dicen, que es el tiempo que necesita un alma para despegarse del cuerpo. Ella lo leyó siendo muy pequeña y de algún modo, y por si era cierto, necesitaba hacerlo. Le gustaba pensar, que cada alma que se desprende, hasta la más indeseable, se merecía ese homenaje. Había matado a todo tipo de gente. Y salvo ese instante final con ellos, el resto de sus vidas, le daban igual. Detestaba la doble moral, y solía pensar mucho en ella. Sabía que era imposible esquivarla y que quien lo intentaba, se perdía en explicaciones rocambolescas sobre uno mismo para convencer, con suerte y en el mejor de los casos a alguien que llamaría desde entonces "alma gemela". Para ella aquello, era una quimera. Quería esquivar la doble moral, lo ansiaba, lo necesitaba, pero no lo conseguía. Se reconocía  dual, y eso le hundía.
Apretó el paso hacia su apartamento, aún tenía que terminar el mejor de sus trabajos y se le había hecho demasiado tarde. Comprobó una vez más que en la mochila llevaba todo lo necesario. Lo comprobó con especial mimo, pues era su mejor encargo. Entró en el apartamento y lo dispuso todo. Se preparó un té con miel que se tomó mientras miraba por la ventana del salón. Se sentía plenamente triste y plenamente feliz. Se sentía dual, real. Miró la soga y después la silla. Tomó papel y bolígrafo. Respiró hondo y se agarró la mano."Mi mejor trabajo" se dijo.





lunes, 24 de noviembre de 2014

LA IDEA DE LA IDEA, LA IDEA DE IDEAR

La tranquilidad de la sonrirsa, la sonrisa de la tranquilidad. La fuerza de la risa, la risa forzada. La sonrisa rizada, el rizo de sonreír. La felicidad suprema, la suprema felicidad. La máxima atención, la tensión máxima. La idea de vivir, la vida de las ideas. El gozo de respirar, la respiración gozosa. El ocio de lo pleno, el vacío del ocioso. Lo hermoso de estar neutro, lo neutro de lo hermoso. Lo rápido del amor, el amor de un rápido. Lo directo de mirar, la mirada directa. La presión de la palabra, la palabra sin presión. Lo correcto de la sensación, la sensación correcta. Lo obligado de negar, la negación de lo obligado. El agradecimiento de un mimo, el mimo de agradecer. El perecer de la fuerza, la fuerza de perecer. La actitud de la escena, la escena de actuar. El susto de un brinco, el brinco de asustar. La intranquilidad de contar hasta cinco, contar hasta cinco y tranquilidad. Lo lícito del enfado, el enfado de lo lícito. Lo vivo de estar, el estar de un vivo. El despertar de un camino, el camino del despertar. Lo genial de lo inesperado, lo inesperado de un genio. Lo familiar de un dolor, el dolor de un familiar. Lo bonito de ahora, el ahora de lo bonito. La duda del futuro, el futuro sin dudar. El triunfo de la valentía, la valentía de triunfar. El amor de escucharse, el escucharse para amar. El objetivo de la calma, la calma de la objetividad. Lo subjetivo de lo objetivo, lo objetivo de subjetivar. La idea de la idea, la idea de acabar.


martes, 18 de noviembre de 2014

LA ASUSTADORA DE Z(C)EBRAS

Aiko tenía 32 años. Era morena, cosa que odiaba, pero detestaba aún más los tintes. Se dedicaba a la cría de zebras sin rayas, profesión que había ido aprendiendo de su abuelo. Su padre había muerto siendo ella muy joven y aunque solía pensar que no sentía dolor por su ausencia, a veces, un sarpullido en forma de flor le asomaba en el pecho, como cerca del corazón. Tenía un hermano rubio y ella le odiaba por eso. Sobre  todo porque era la única excusa que había podido encontrar para hacerlo. Lo cierto es que lo admiraba. Era buena persona y algo torpe con las palabras; pero era muy diestro con la verdad. El era mas pequeño que ella. Sin embargo, comenzaba a mostrar una interesante destreza en la cría de las zebras sin rayas. A veces, ella misma se quedaba atontada viéndole trabajar.
Las zebras sin rayas no eran fáciles de conseguir y mucho menos de criar. La diferencia principal entre las zebras con rayas y las zebras sin rayas, no eran las rayas. La diferencia principal era su mirada. Si no, con tener un caballo blanco, cualquiera habría podido dar gato por liebre o, en este caso, caballo por zebra. La mirada de una zebra sin rayas era especial y Aiko sabía verlo. Para obtener una buena zebra sin rayas, bastaba con tomar una zebra al uso, y asustarla de un  modo tal, que el propio susto hiciera caer las rayas. En el proceso de temer, la zebra iba adquiriendo un brillo especial en la mirada, que la hacía única y verdadera; como todas las demás. Aiko era especialmente buena en su tarea como asustadora. Se dice, que alguna zebra perdió todas sus rayas tan sólo con que ella le clavara su mirada. Era muy creativa y le gustaba experimentar. Probaba todo tipo de sustos. A veces con petardos, otras sólo con palabras. A veces con música, otras sólo con silencios.
Pero una mañana, en la que al oir el despertador se reconoció especialmente perezosa, se dirigió al baño para darse una ducha, y paró ante el grifo. Apenas acertó a abrir el agua fría con una mano, mientras con la otra trataba de estirarse los ojos, como queriendo obligarles a trabajar antes de lo posible. Todos sabemos, que los ojos despiertan siempre después. Puso sus pequeñas manos en cuenco bajo el frío y tímido chorro de agua, y se las llevó a la cara. Trató de abrir grandes los ojos, pero aún no estaban listos. Tras un nuevo cuenco y un sonoro bostezo, pudo al fin verse en el espejo. Su mirada brillaba de una manera especial. No puede ser, se dijo, no...yo  no. Y volvió a mirarse en el espejo. 
Reconoció aquel brillo. Reconoció aquel temor. Reconoció las consecuencias del impacto. Supo que estaba asustada y bajó corriendo a donde su abuelo.¡Abuelo!, gritó desesperada, no sé qué me pasa en la mirada pero parece que tenga temor. Tranquila hija, le dijo sereno su abuelo, será que te empieza a asomar el valor. 











Dedicado a todos los valientes que se asutan y a todos los asustados que se atreven
zebra

domingo, 9 de noviembre de 2014

HOY

El mundo gira ¿sabes? y sigue girando. Porque es cruel e intenta arrastrarnos. Nos arrastra hacia delante sin frenarnos. El mundo gira; a veces hacia demasiados lados. Y nos deja el aire justo para recordarnos. Pero ¿sabes? el mundo se olvida de mirarnos. El mundo no cuenta con los sentimientos. Esos, somos nosotros. El mundo vive cruel y deja dolor. El mundo duele, pues le falta reflexión. El, sólo avanza. Avanza sin compasión. Un mundo precioso, lleno de lugares y de intención. Lleno de posibilidades, y de proyección. Un mundo que te ha perdido, y eso que tenías toda la ilusión.
Recuerdo los puzzles porque aún siento las risas haciéndolos. Recuerdo las bandas sonoras porque aún siento lo épico de cada momento. Recuerdo las piedras de miramón porque aún siento las agujetas de pasearnos. Recuerdo sentir amor. Recuerdo sentir admiración. Recuerdo sentir aventura y recuerdo sentir ilusión. Lo recuerdo tanto, que estoy convencida, de que sigue siendo hoy.





J. 7




martes, 4 de noviembre de 2014

AMAINA

Amaina cuando el viento baja y la lluvia se vuelve tímida. Amaina cuando alguien mira y además te mira. Amaina cuando se sonríe con destreza a lo nacido en rareza. Amaina cuando el recuerdo de una infancia se vuelve perdón, cuando el adulto es el padre del niño y no al revés. Amaina cuando se ordena uno, primero mal, luego torpe, después cerebral, al final de rebote. Amaina cuando te cantan palabras bonitas, cuando te escriben sonidos de nana, y cuando te cantan sonidos nada bonitos. Amaina cuando el doler  puede ocupar su lugar sin por ello ocuparlo todo. Amaina cuando el sentido del humor pasa de salvarte la vida a intensificar la felicidad, cuando mirar hacia delante es algo más que fantasmagórica realidad. Amaina cuando la sonrisa llega al alma, cuando la seguridad construye pilares, cuando la certeza se deja de lado y se va a otros lares. Amaina cuando te escuchas. Cuando te permites. Cuanto te dejas amainar. Amaina cuando la culpa, ya ocupa otro lugar, cuando la deuda es nula, cuando ya estás agotado como una mula. Amaina cuando decides amainar. Amaina cuando veinte años atrás ya no pesan, cuando cien años adelante sólo cesan. Amaina cuando el perdón es algo más que sólo un sonido que retumba desde la cuna, cuando revisas tu crecimiento, cuando te calmas con la luna. Amaina, cuando Freud dice: hola, cuando Hitler dice: adiós. Cuando Chaplin dice: adelante, cuando Allen dice: ¡por dios!. Amaina cuando Frida dice: puedes, cuando Buda dice: suéltalo. Cuando Arquímedes dice: eureka. Cuando tú te dices: amor


domingo, 2 de noviembre de 2014

SINTETIZADOR DE IDEAS

- El sentido del humor se esconde exactamente donde lo dejaste

- Y justo cuando no hayas puesto despertador, despertarás

- Temblar sin parar es tan absurdo como ir a algún sitio, para no estar

- El caos forma parte del todo. El error es darle todo el lugar, y no sólo parte

- Una mirada limpia tiene más lágrimas que una fingida, pero es más real

- Buuuuuuu- dijeron los fantasmas- y como era Halloween les creímos

- De todos los colores, el que más me gusta es no tener que elegir uno

- Las ideas empapadas en temor se convierten en ciencia ficción

- Dejar ir es seguir estando sin tener que marcharte

- Desquiciarse es temer desde un poco más lejos

- Crecer, crecer y crecer. Y mientras tanto, ser enano

- Si no puedes, alguien cerca podrá. Y si nadie cerca puede, será porque en realidad sí que puedes

- A veces la desconfianza se torna cobardía y uno se queda sin intentar lo que sueña

- Y qué pena perderse perdiéndose
- Y qué gusto encontrarse perdido
- Y qué pelea encontrarse encontrado

- Atreverse a querer es muy osado, tanto que en realidad uno a lo que se atreve es a que no le quieran

UNOS MÍNIMOS:

- Cuando la princesa se quitó los zapatos, le olían los pies. Y sólo por eso, el príncipe se casó con ella
- La rana que sólo sabía una canción, decidió no cantarla nunca mas y entonces se quedó muda
- La zebra sin rayas cruzó con melancolía por el paso de peatones y sólo entonces lloró
- Cuando el rey murió, su reino cayó en un profundo sueño del que muchos, aún no han conseguido despertar
- Las calabazas talladas con precisión, intentaron poner otra expresión, pero ya estaban marcadas
- Y el niño valiente, se puso en pie y les prohibió a sus padres seguir traumatizándole. Todos, aún ríen


JODER JODER

Joder, joder.
Jurásica jasadura . Juñido jadeo . Juzgante juzgar.
Jorobado juglar jaulero. Jauto joder . Jeroglífico jaque. Jasante justiicación

Joder, joder
Jugada jamás jorobada. Jugada juergada
Justo juego. Jocoso jolgorio. Jubilosa juventud jactada
Jusítica jaca jaleada

Joder, joder