miércoles, 20 de mayo de 2015

ME ENCANTA

Me encanta cuando un rayo de sol se rie de una tormenta. Me encanta cuando seguir igual supone cada día estar distinto. Me encanta cuando no se entiende una mierda porque es cuando terminamos rindiéndonos el tiempo de un suspiro, volviéndonos mortales. Me encanta cuando nos besan y queríamos haber besado. Me encanta la arena seca y suave que acaricia como excitando. Me encanta cuando mirando más allá, no llegamos ni a la vuelta de la esquina. Me encanta cuando nos tropezamos, como sin saber muy bien andar. Me encanta cuando nos contradecimos, porque nos saca de quicio. Me encanta cuando llueve y odiamos el paraguas. Me encanta cuando salimos a correr, pero nunca es suficientemente lejos. Me encanta cuando nos asustamos, porque nos defendemos fatal. Me encanta cuando nos miramos, cuando miramos cómo se miran y cuando nos miran mirarnos. Me encanta cuando nos cansamos, pues desde ahí sólo hay fuerza. Me encanta cuando admiramos una mariposa, o una puesta de sol, o una pupila que sonríe. Me encanta cuando lo intentamos, sea lo que sea. Me encanta cuando lo conseguimos. Me encanta cuando confiamos. Me encanta cuando una maleta resulta demasiado grande y el viaje demasiado corto. Me encanta si vivimos. Me encanta cuando una hoja cae lentamente, pidiendo perdón al suelo. Me encanta cuando una gota de agua cambia de nombre por cambiar de océano. Me encanta cuando respiramos, porque estamos viviendo. Me encanta cuando vivimos, pues podemos estar creciendo. Me encanta cuando crecemos, pues nos calmamos. Me encanta.

lunes, 4 de mayo de 2015

MALDITA INCOMPRENSION

Maldita incomprensión. Qué astuta eres. Maldita tú, malditos tus caminos, malditas tus bofetadas. Las de despertar, las de pelear, las de dejar ir. Maldita incomprensión. Qué inteligente eres. Que vives y asomas cada vez que a alguien le estornuda la circunstancia. Que atacas con constancia. Maldito ir y venir que llevas. Maldito no dejar seguir. Maldito dolor. Maldito pudor, maldito barranco y maldito estupor. Maldita incompresión. Qué caprichosa eres; que atacas, que remueves, que atascas. Maldita tú, como si fuera poca cosa. Maldita yo, que no soy inmune a tu prosa. Maldita incomprensión que te arranca de la certeza, que baila con la rareza, que te marea de pies a cabeza. Malditas las miradas que usas, los abrazos que rompes y las broncas que empujas. Malditas tus risas brujas. Malditas tus cicatrices odiosas que tiran, que hieren, que no ceden. Maldita incompresión. Qué incesante eres. Que tienes miedo de la comprensión y la ahogas. Que sufres por no poder mirarte y olvidas cada vez el espejo. Maldita, que buscas esconderte y yo no te dejo. Que andas, que tropiezas, que lloras, que te veo. Maldita incomprensión. Qué flaca eres. Maldita tu aparente fuerza y maldita tu manipulación, que hace que todo se tuerza. Maldita pregunta sin respuesta. Maldito salto sin red. Maldito camino incierto. Maldito amor postpuesto. Maldita incompresión. ¡Ya te tengo! que te vas, que escuchas, que desapareces. Maldita bendita, que ya no luchas. Que cantas en silencio, que susurras gritando, que te terminas apagando. Bendita.