miércoles, 18 de febrero de 2015

QUÉ BONITO

Qué bonito es el amor ¿verdad? Qué bonita la risa tímida, la mirada felina, la caricia cercana, el temblor sonriente y la duda amainada. Qué bonito el no saber, pero ir. El querer, sin aún querer. El mirar, sin aún ver.
Qué bonito es  el amor. ¿no crees? Qué bonita la primera cita, la segunda mariposa, el tercer abrazo, el cuarto compartido y la quinta sensación. Qué bonito el no entender pero hablar. El comunicar, sin conocer bien las palabras. El estar cerca, sin saber aún medir.
Qué bonito es el amor ¿lo ves? Qué bonita la espera desesperada, la opinión apasionada, la vela encendida, la mano acercada y el sujeto sujetado. Qué bonito el estar solo, pero ya no del todo. El ser pleno, sin haberse vaciado.  El seguir caminando pero con nuevos zapatos.
Qué bonito es el amor ¿no te parece? Qué bonita la compañía buscada, el espacio trabajado, la chispa encendida, la pasión descontrolada y el amor encontrado. Qué bonito el cerrar los ojos y sentir. El abrirlos y crecer. El estar, sin aún haber llegado.
Qué bonito es el amor ¿el amor? Qué bonito...


domingo, 1 de febrero de 2015

UN REGALO AL MISTERIO

Su controlada vida decía demasiado de ella, sobre todo, para quien pretende ver. No tenía demasiados amigos. Tenía un carácter fuerte y una seria mirada que a veces se juzgaba estricta. Su pelo, siempre recogido en un moño alto y tenso, desvelaba sus dificultades para permitir cierto descontrol. Lo controlaba todo. Lo medía todo y se desquiciaba cada vez que la vida, en su antipático descontrol, le llevaba a situaciones que no podía controlar. Sentía que era importante ser dueña de cada instante, que era necesario controlar e interpretar cada instante y cada gesto de su entorno. Lo interpretaba todo tanto que a veces, creyendo tener razón, erraba en su interpretación y resultaba injusta. Sin embargo, su borrachera de conocimiento, pocas veces le permítía convertirse en alguien humano y admitir haber errado. Tenía pocos amigos, porque cuidaba pocos amigos. La gente le caía mal. Les consideraba rebaño. Era tremendamente crítica con la sociedad y estrictamente altiva con el autoengaño. Vivía sola, no como quien esta bien solo, si no como quien no es capaz de vivir con alguien. Y eso, se le notaba en la mirada. Se llamaba Laura, y no sabía que no era feliz.
Siendo muy pequeña, había presenciado un asesinato en la calle. Un hombre de mediana altura y espesa barba, que ella recordaría de manera infinitamente más monstruosa desde entonces, había tratado de robarle el bolso a una anciana. Cuando ésta se puso a gritar, y un hombre acudió a socorrerla, el ladrón no dudó en asestarle varias puñaladas al mismo, que cayó al suelo de una manera que Laura no olvidaría jamás. La muerte hecha movimiento. En un instante vivo, y al siguiente apagado. Aquella caída le habría atrapado, sin ella saberlo,  para siempre. Recordaba aquel momento como suele hacerlo la memoria asustada, por fotogramas. Incapaz de hilar principio con final. Incapaz de ordenar lo que para ella no tenía posibilidad de orden. ¿Cómo se ordena el dolor? ¿Cómo se ordena lo incomprensible? ¿Cómo se ordena el desorden?
Trabajaba en un bufete de abogados, como queriendo justificar lo estricto de su categórica moral y lo significativo de su tenso vestir. Trabajaba, y muchas veces hacía horas extra. Le gustaba su trabajo. De alguna manera, podría decirse que lo necesitaba. Quizás todos elijamos una profesión tan sólo en función de los fantasmas que es capaz de calmar. Quizás todos elegimos una vida en función de lo que podemos soportar. Quizás funcionamos com lo hacemos, tan sólo para sobrevivir.
Laura no era feliz. Pero ella no lo sabía. Creía vivir, creía saber, creía controlar. La ilusión de control le regalaba un oasis de felicidad. La llegada del descontrol, le sumía en la realidad del dolor. No era feliz. Era sola con dolor, era estricta sin resultado. Era infeliz con descontrol. 
Y así sería el resto de su vida si aquel veinte de  mayo de 1981 no hubiera ocurrido lo que ocurrió. Desde luego que desde entonces fue feliz, desde luego que desde entonces lo consiguió. La intensidad de lo que desde entonces vivió, se la regaló al conocimiento. La respuesta de lo que le llevó a la felicidad, Laura se la regaló al misterio.