martes, 1 de octubre de 2013

TENIA SUEÑO

Tenía sueño. Un sueño terrible, un sueño tronador, sueño en pleno clamor. Tenía sueño desde que despertó aquella mañana, se diría incluso que desde que pensó en despertarse. Los párpados le pesaban toneladas, sus pupilas suplicaban descanso, sus piernas anhelaban parar. Tenía sueño. Un sueño curioso, un sueño incesante, un sueño espantoso. Como de alguien que no ha conseguido dormir para llevar a cabo el día. Como de alguien que sueña con volver a soñar.
Se sentó en un precioso banco de un agradable jardín de una magnífica ciudad en la que vivía su monótona vida. Se sentó a leer, o eso se dijo excusando el querer descansar. Abrió el libro sin prestar demasiada atención a la página por la que lo hacía. De entre las páginas, un trozo de papel se deslizó hasta sus piernas. Miró con atención el papel que, doblado, parecía guardar el más importante de los secretos. Acercó su mano derecha a él. No recordaba haberlo colocado ahí. Tenía sueño, mucho sueño, pero en ese instante ganaba la curiosidad; ganaba el sueño de saber. Súbitamente, sus piernas comenzaron a temblar. Era raro, pues no se sentía nervioso. El temblor hizo caer el papel al suelo, en medio de un charco. Tenía sueño, y no entendía por qué le temblaban tanto las piernas, pero se agachó a por él. Estaba empapado y trató de abrirlo sin romperlo. A través del papel mojado se adivinaban unas tímidas letras que parecían querer seguir guardando el dichoso secreto. Tenía sueño, le temblaban las piernas, y empezaba a hacerse tarde. Desdobló parte y alcanzó a leer una exclamación y una 'd'. El corazón le dio un brinco cuando leyó lo siguiente. '¡Despierta!', rezaba el papel. De golpe, abrió los ojos. Estaba en su casa. Estaba en su cama. Empapado en sudor, con sus piernas temblando, con el sueño inquieto. Tenía sueño, mucho sueño. 


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