sábado, 25 de enero de 2014

EL MURO

Cada vez que estornudaba, perdía el conocimiento durante unos minutos. Le ocurría desde pequeñita, y la gente se asustaba muchísimo. Ella sin embargo, ya estaba acostumbrada y le parecía más un incordio que un verdadero problema. Sólo le ocurría al estornudar, y siempre sentía llegar el estornudo con lo que tenía el tiempo suficiente para tumbarse en el suelo y evitar la caída.
Tenía 22 años. Era bajita y menuda. Tenía el pelo negro como el carbón y los ojos azules como el cielo. Su piel blanca y suave siempre se encontraba colorida y viva a la altura de sus pómulos. Su mirada firme y decidida siempre se encontraba tímida y curiosa a la altura de sus miedos. Tocaba el violín. Le encantaba el martini rojo y siempre dormía con el pie derecho fuera de las sábanas. Tenía otras dos hermanas, pero a ninguna le ocurría lo que a ella. En su familia no existían antecedentes parecidos y a su edad ya, los médicos habían desistido en su intención de descubrir qué le ocurría y por qué.
Miró a la perfecta línea recta del horizonte. "Farsante" se dijo para sus adentros " yo sé que allí donde estás, no eres recta ni perfecta, sólo lo pareces" Le gustaba sentarse con los pies colgando del lado del mar. Le gustaba respirar hondo y suspirar aún más profundo. No era feliz.
Le picó la nariz y sintió que el estornudo se acercaba así que se tumbó recta en el muro desde el que antes colgaba hacia la marea. Del bolsillo derecho sacó una nota que cuidadosamente abrochó a su abrigo con una pinza. En ella explicaba lo que le ocurría. Quería evitarle el apuro a  la gente. Sabía que en pocos minutos volvería a mirar recta el farsante horizonte y no había necesidad de que la gente, asustada, se aglomerara a su alrededor sin conseguir muy bien saber cómo salvarla. Para ella sólo sería un parpadeo. Un instante en negro y de vuelta al color, color en blanco y negro.
Aaaaaaaachís!!
Pero abrió los ojos y ya no estaba en el muro. Estaba tumbada en algún lugar bien distinto y una intensa brisa de flores le invadió su diminuta nariz. Se incorporó y abrió enormes las pestañas, como queriendo hacer llegar sus ojos más allá. Todo era color. Un gigantesco campo verde lleno de todo tipo de flores de vivos colores. Rojos, naranjas, amarillos...todo era más vivo que nunca. Se puso de pie y vio que, junto a ella, una tortuga tejía una bufanda de colores. "¿Estoy soñando?" le dijo a la tortuga. "No, estás viviendo" le respondió ésta sin apartar la vista de su tarea.
Se dice que ya hace veinte años que la estatua de piedra nació en aquel muro junto al mar. Se dice que la estatua tiene sujeta con una pinza una nota. Una nota en la que se lee: "Soy feliz"

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