miércoles, 28 de octubre de 2015

ROTO

Roto. En trozos diminutos. En incontables fragmentos. Desde los más profundo. Desde lo más insensato del romperse y del ser. Roto de angustia. Roto de apariencia. Quieren ser queridos. Mueren por serlo. Matan por serlo. Se venden por conseguirlo. Roto en estructura. Roto y con la piel dura. Roto y deshonesto. Roto y con el malestar de manifiesto. Roto pidiendo masticar o peor, roto pidiendo ser masticado. Roto pidiendo ser salvado mientras fingen no querer serlo. Camaleónicamente roto. Intoxicadamente roto. Roto desde el malestar primario que obliga a inyectar culpa para tratar de obtener una mirada. Mirada subyugada. Manipulación de manifiesto pero todo, desde el punto de fingir independencia y fortaleza. Aleteando excesos como si fueran una proeza. Fingiendo vida y conocimiento como si ello fuera posible. Nadie sabe más que el que se sabe gilipollas y se deja de trajes. Roto y con pérdida de anclajes. Qué pena de rotura. Qué pena de hartura. Qué engaño más eterno. Qué reflexión más improductiva, la empleada y realizada sólo para mantener el teatro pero sin cambios en la estructura del que reflexiona. Qué rotura más eterna y desdichada. La del que se rompe para fingir arreglarse pero no se permite recomponerse y mantiene la misma fachada. Roto. Inútilmente roto. Proyectadamente roto. Cúrame tú, parece que ruegan. Y yo que sólo veo las inseguridades que ruedan. Roto, y culpa del otro. Roto y con la fuerza desviada. Menuda mamonada. Roto sin un descosido en el lugar correcto. Mejor tejer en otra parte. Mejor no ir directo. Que el roto duele y mejor que lo cosa otro. Que será malvado si no lo cose. Que será inhumano si  adquiere esa pose. Pero que será sano y fiel a él mismo si no acepta saltar ese potro. Roto. En trozos diminutos.

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