domingo, 1 de noviembre de 2015

FRÍO

Siento frío. De manera repentina. Mis brazos parecen querer partirse en mil pedazos. Sé que tengo que tener piernas, pero no las siento. El frío es tremendamente intenso. Pequeñas gotas acarician mi rostro. Parece que lloro, pero no me siento triste. De hecho, me resulta imposible explicar cómo me siento. Creo, sinceramente, que ahora mismo no sé nada. Sólo sé frío. Nada más que frío. Mis ojos están cerrados. Recuerdo mi nombre. Sonia. De pronto se me antoja extraño saber que tengo un nombre y no poder utilizarlo. No sé cómo me siento. Quizás extrañada, será eso. Trato de mover los dedos de la mano. Mi esfuerzo es sobrehumano y sin embargo no lo consigo. O eso creo. Sueño. Quizás es eso. Quizás estoy soñando. Pero tengo frío. ¿Me habré destapado durante la noche? Me parece percibir un susurro. No entiendo lo que dicen. Sé que no estoy dormida. Chillo, tratando de pedirle al susurro que se acerque. Grito con todas mi fuerzas y siento cómo se quiebra mi vientre, pero mi boca no se ha movido. Maldita sea, tengo mucho frío y no entiendo qué está pasando. Empieza a no gustarme esta sensación. Recuerdo mi nombre. Sé que estuve enferma, pero no alcanzo a recordar muchas más cosas. Tengo que moverme. Creo que eso es lo que pide el susurro. Mi cuello, está rígido. Quiero moverlo. Quiero girarlo. Deseo abrir los ojos. Lo intento, pero duele. Tiemblo. Será por el frío aunque en parte, creo que es por el miedo que comienzo a sentir. Qué curioso el miedo. Ahora mismo no sé cómo usarlo. Recuerdo la cara de Alex. Qué hermoso es. Recuerdo que le quiero muchísimo. Siento su caricia en el hospital, como si estuviera ocurriendo en ese mismo instante. De pronto siento algo más de calor. Comienzo a sentir las piernas y trato de mover los pies. Aún me resulta muy difícil. Oigo con más claridad las voces. Son de dos hombres y una mujer. Ninguna de ellas me resulta conocida. Dicen mi nombre. Dicen que parece que no respiro, pero sé que lo estoy haciendo. Tiro con fuerza de todo mi cuerpo. Necesito moverme, necesito abrir los ojos y ver qué está ocurriendo. ¿Por qué no puedo? ¿Qué ha ocurrido? Estaba en el hospital con Alex. ¿Por qué no oigo su voz? Frío. Siento frío y miedo. Me siento dividida. Eso es. Extraña y dividida. Sé quién soy pero no entiendo el instante en el que me encuentro. Yo adoro la vida. No sé qué ha podido ocurrir. ¿Dónde estará Alex? Mis años con él han sido deliciosos, eso lo sé. Me salvó del hecho de no querer salvada. Y ahora es extraño. ¿Qué es la salvación? Quizás sólo una manera más de ser feliz. Quizás un gran y pesado muro de piedra. Quizás la salvación no existe y pasamos la vida huyendo o buscando una quimera. Consigo separar los labios. Las voces se sobresaltan. Lo han visto. ¡Lo han visto! Me he movido, estoy segura. Sigo sintiendo frío. Ellos me dicen que debo sentirlo, que es normal. Que no me preocupe. Pero ¿cómo hacer caso y no preocuparme cuando ya estoy preocupada? Menuda invasión. Es más, menuda agresión. Permanezco preocupada. Como para no estarlo. Centro todas mis fuerzas en abrir los ojos y enfocar. La imagen es terriblemente borrosa. Las paredes parecen azules. Distingo tres siluetas. Parecen llevar unas batas blancas. Eso es, me dicen. Sigue así, me animan. Serán doctores. No recuerdo que estuvieran ahí cuando cerré los ojos. Estaba Alex, seguro. Sonia, estás despertando de nuevo no te asustes, me dicen. ¿Pero qué demonios es esto? Muevo la cabeza a un lado y al otro. Me siento sobresaltada. No reconozco sus caras. Ni la habitación. Nunca antes había estado aquí. Frío. Intenso, profundo, emocional. Muchísimo frío. ¿Qué ha pasado?, consigo balbucear. Recuerdo que no quería morir. Recuerdo que mi enfermedad no tenía cura. Sonia, me dicen, acabamos de encontrar una cura para tu enfermedad, han pasado 157 años.¿Dónde está Alex? pregunto. ¿Quién es Alex? me responden. Frío. Terrible. Muchísimo frío. Maldita eternidad, ¿por qué me empeñaría en alejarme de ti? Ahora lo recuerdo todo. Qué frío. Qué escalofrío.

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