miércoles, 13 de abril de 2016

CUENTOS MÍNIMOS VI


- Se sentó al borde del precipicio con las piernas colgando dramáticamente. Quería saltar y acabar con todo. Algo en su emoción consiguió sostenerlo en el último momento dándole así la posibilidad de empezar a respirar

- La hoguera, ansiosa, continuó devorando todos los apuntes de aquel curso. Los de matemáticas le resultaban especialmente sabrosos y con los de química creaba un humo apestoso. Pocos alumnos sabían que los de filosofía, en el fondo, jamás llegaban a arder

- Por cada uno que aceptéis os dejo que me deis otro- dijo sonriente ¿Dónde está la trampa?- respondió inquieto el pueblo. En algo tan insignificante como nuestra humanidad- respondió soberbio el gobierno

- Había una vez un banco que no dominaba nada, que no decidía nada y que no tenía ningún tipo de interés...Sólo deseaba seguir años en aquel parque viendo a la gente pasear

- ¿cari, estoy gorda? -preguntó estúpidamente el 2% de la población sana mientras el resto deseaba poder serlo

- Y tras un largo año la tinta, agotada, se sintió orgullosa de la novela en la que había participado como protagonista

- Y sin mediar palabra, ella se volvió a bajar la falda y él se subió el pantalón. Y ambos, cada uno en su aseo, tiraron de la bomba

- Se colocó al borde de la rampa. Estaba húmeda. Eso le haría deslizarse mejor. Tomó impulso, sonrió, y se lanzó por ella a carcajada limpia hasta que una enorme mano se acercó a ella y de una suave caricia la borró de aquella mejilla.

- ¡Tú no te preocupes! - le dijo la mujer angustiada al hombre angustiado mientras a ninguno se le ocurría mejor manera de manejar la angustia

- Y tras recibir su primer beso de amor verdadero, la directora de la fábrica de palabras mandó a la imprenta una nueva: Más

- En aquella misteriosa realidad, aparecían papeles en panamá, papeles en Bárcenas, papeles en Andorra, ¡papeles por todos lados! y misteriosamente, nadie acababa empapelado

- ¡No estás sola! le dijo reverberante el eco al grito que ella acababa de dar para convencerse

- Y colorín colorado este cuento se ha acabado, mientras decía, y lo cerró, había una vez una chica que leía un cuento: dijo, la chica del espejo

- Tenían los pies congelados, pues llevaban horas caminando descalzos sobre la nieve. Si no llega a ser por la escritora que colocó una estufa en medio de aquella nevada montaña, se los habrían tenido que amputar

- Durante años, ella tintineaba cuando le tenía cerca. Él poco a poco se dio cuenta y comenzó a ronronear meloso cuando la rozaba. Y así fue como mi gato y mi lámpara, pasados cinco años de convivencia, se enamoraron para siempre

No hay comentarios:

Publicar un comentario