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Se sentó al borde del precipicio con las piernas colgando
dramáticamente. Quería saltar y acabar con todo. Algo en su emoción
consiguió sostenerlo en el último momento dándole así la
posibilidad de empezar a respirar
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La hoguera, ansiosa, continuó devorando todos los apuntes de aquel
curso. Los de matemáticas le resultaban especialmente sabrosos y con
los de química creaba un humo apestoso. Pocos alumnos sabían que
los de filosofía, en el fondo, jamás llegaban a arder
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Por cada uno que aceptéis os dejo que me deis otro- dijo sonriente
¿Dónde está la trampa?- respondió inquieto el pueblo. En algo tan
insignificante como nuestra humanidad- respondió soberbio el
gobierno
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Había una vez un banco que no dominaba nada, que no decidía nada y
que no tenía ningún tipo de interés...Sólo deseaba seguir años
en aquel parque viendo a la gente pasear
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¿cari, estoy gorda? -preguntó estúpidamente el 2% de la población
sana mientras el resto deseaba poder serlo
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Y tras un largo año la tinta, agotada, se sintió orgullosa de la
novela en la que había participado como protagonista
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Y sin mediar palabra, ella se volvió a bajar la falda y él se subió
el pantalón. Y ambos, cada uno en su aseo, tiraron de la bomba
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Se colocó al borde de la rampa. Estaba húmeda. Eso le haría
deslizarse mejor. Tomó impulso, sonrió, y se lanzó por ella a
carcajada limpia hasta que una enorme mano se acercó a ella y de una
suave caricia la borró de aquella mejilla.
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¡Tú no te preocupes! - le dijo la mujer angustiada al hombre
angustiado mientras a ninguno se le ocurría mejor manera de manejar
la angustia
- Y tras recibir su primer beso de amor verdadero, la directora de la fábrica de palabras mandó a la imprenta una nueva: Más
- En aquella misteriosa realidad, aparecían papeles en panamá, papeles en Bárcenas, papeles en Andorra, ¡papeles por todos lados! y misteriosamente, nadie acababa empapelado
- ¡No estás sola! le dijo reverberante el eco al grito que ella acababa de dar para convencerse
- Y colorín colorado este cuento se ha acabado, mientras decía, y lo cerró, había una vez una chica que leía un cuento: dijo, la chica del espejo
- Tenían los pies congelados, pues llevaban horas caminando descalzos sobre la nieve. Si no llega a ser por la escritora que colocó una estufa en medio de aquella nevada montaña, se los habrían tenido que amputar
- Durante años, ella tintineaba cuando le tenía cerca. Él poco a poco se dio cuenta y comenzó a ronronear meloso cuando la rozaba. Y así fue como mi gato y mi lámpara, pasados cinco años de convivencia, se enamoraron para siempre
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