lunes, 22 de febrero de 2016

CUENTOS MÍNIMOS V



- Subió la mirada tímidamente mientras el hombre de su vida le miraba por primera vez. En aquel momento, ninguno de los dos pensó que la relación se volvería real, y sólo por eso, se enamoraron

- Su amor fue tan revolucionario que el Che les vio pasar y sintió envidia

- Había una vez un certificado de nacimiento que lo único que hacía era dar fe de algo tan poco burocrático como haber nacido

- Amor, esa es la clave, dijo el informático que jamás había tenido pareja. Y en cuanto la introdujo, todos sus sistemas se volvieron operativos

- El hombre del sombrero se les acercó y les contó un secreto tan dramático que nadie consiguió comprender cuánto había de secreto y cuánto de confesión

- ¿Y si fue concebida con pecado? Le dijo asustada la paloma al espíritu santo mientras ambas, hechas una, miraban fijamente al cura que, convencido, absolvía a aquella vecina adúltera

- Pretendo llegar al fondo de todo esto-  dijo el agricultor escudriñando el oscuro pozo

- El niño, ambicioso, corrió a comprar otro sobre con cromos. Sólo le faltaba el infinito para terminar con la colección de opiniones del mundo

- De todas las terapias del mundo, la única que consiguió alejarle mínimamente del sufrimiento fue la que menos pinta tenía de ello

- ¡No aguanto a este hombre! - pensó la pata del banco aquél soleado domingo en el parque al que a él le gustaba ir a leer

- Y dando fe de que lo que ocurría ante él era cierto, el notario se planteó si existían los universos paralelos en aquel espacio tiempo

- Y mirándole fijamente le preguntaron: ¿Está seguro de lo que está diciendo? –  Seguro, seguro -contestó el candado

- Abstracto, el pensamiento decidió acabar con su vida, y mientras ataba la soga a su cuello, la palabra amor se acercó a arroparle

- Metió la llave con cautela en la cerradura. La giró suavemente en el bombín y,  sorprendido, empujó la puerta consiguiendo abrirla unos pocos centímetros sin que saltara la alarma. Era tarde y los dueños volverían pronto. Nada le hizo sospechar a aquél ladrón con alzheimer que estaba llegando a casa.

- Alborotados, se desperdigaron por la sala mareando a todos los asistentes. Eran unos microcuentos muy juguetones

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