viernes, 22 de febrero de 2019

¡JAQUE MATE!

En medio del disparate. Ahí reímos a carcajada. Reír o morir. Que no reírse implica necesariamente mirar de frente el desastre. Preferimos reír. Sublimar con desplante. Cobijar el aguante en medio de suculentas bromas servidas por un tunante que a veces, tan sólo es un principiante. ¿Y si es verdad que entre broma y broma la verdad asoma? ¿Y si reímos para sobrevivir? ¿Y si la risa esconde el miedo de manera escandalosa? Un miedo tontorrón de esos que pasan de soslayo y parecen desaparecer más rápidos que un rayo. Tontorrón pero importante. Importante porque aparece fugaz para luego esconderse en medio del disparate. Locos, cuerdos y la fina línea que entre ellos hay. Ese es el debate. Reírse o derrotarse. Enloquecer o acuerdarse. ¡Ay!  Quizás puedan convivir en más de un instante. Entre risa y carcajada, siendo esta última la primera pero desternillada. Quizás nos riamos de la locura pues sólo humorizamos lo que tememos. Quizás nos riamos, y a eso le llamemos cordura. En medio del disparate y del desaliento. En medio del desmoronarse y no dejarse llevar por el viento.  ¿Y si reímos para aguantar? ¿Y si riendo despertamos? Del disparate de reír. De morir. De enloquecer o de acuerdarse. ¿Y si riendo estamos? Como recién enfundados en un traje. Limpio, a medida y sin ultraje. Seguros, confiados y distanciados del conflicto. Superiores y con el ánimo aparentemente invicto. En medio del desastre. En medio del disparate y antes de que el miedo nos afrente y nos grite ¡jaque mate!

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