sábado, 25 de mayo de 2019

INSOMNIO

Querer dormir. Pero cada vez que cierras los ojos sentirte despertar. Sola en la penumbra de pensamientos nublados. Sola, despierta y con los ojos cerrados. Que lo difícil no es estar bien si no estar. Aquí. Ahora. Despierta y deseando dormir. Meciendo los dolores que suben por un brazo para bajar por el otro atravesando dura y certeramente el corazón roto. Lleno de dolores y calambres que furtivamente se ríen de verte intentar dormir. Saben que despierta funcionas peor. Saben, que si insisten, te llegarán a herir. Querer dormir. Aunque sea un rato corto. Incluso con los ojos abiertos si fuera lo único que te permite ese dichoso cuarto. Pero dormir. Cinco minutos, o media hora. No  importa cuánto, pero ahora. Dormir. Que los dolores toman el lugar de cada entraña reblandecida. Querer. Doler. Dormir. Unidos en una única cuerda que parece no tener sentido preciso pero sí direccionalidad. Dos opciones. Dos extremos. Seguir o parar. Dormir o despertar. Sin sentido. Con el temblor dominando tus manos y pidiéndote serenidad. Estar bien. Pero simplemente querer dormir. Dormir para despertar. Querer despertar.

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